El partido más importante del año
A Coruña
Nunca asumir una derrota había sido tan complicado. Nunca asumir una derrota había sido tan fácil.
Ha sido difícil porque lo tuvimos muy cerca, lo tocamos con la yema de los dedos. Sólo tres pequeños detalles impidieron al Leyma Coruña alzarse con el triunfo en el cuarto partido de la serie, el pasado domingo, en Riazor. Un afortunado triple de media pista de Lluis Costa, cuando intentaba hacer un pase, cambió la dinámica del encuentro. Los nuestros estaban confiados, iban por delante del marcador, estaban jugando muy cómodos, pero esta acción fortuita nos sumió en un estado de confusión que duró unos dos minutos y medio y que nos costó un parcial de 0-16. A pesar de todo, el equipo reaccionó, se levantó y llegó a ponerse por delante ya en la recta final del choque. Ahí, la suerte volvió a darle la espalda al equipo naranja. Un gancho de Olmos, que habría supuesto una ventaja de cinco puntos a falta de poco más de minuto y medio para la conclusión, hizo la corbata sobre el aro rival. Finalmente, nuestro jugador más experto, nuestro mejor reboteador, se dejó arrebatar un rebote vital cuando restaban diecinueve segundos para el final que permitió al Manresa aumentar su renta y llevar la serie de vuelta a tierras catalanas. Las lágrimas de Sonseca al final del choque reflejaban su compromiso con la causa y el dolor de todo un grupo que quería ofrecerle algo grande a su afición.
En el quinto encuentro otros factores intervinieron para que el Leyma no continuase en su camino hacia una categoría superior. Los coruñeses tuvieron que hacer frente a un colosal Gabriel Lundberg y a un arbitraje tendencioso que, desde el primer segundo de juego, permitió el uso de las manos a la defensa manresana y que sus pívots montasen un campamento en la zona naranja sin pagar ningún tipo de peaje. A pesar de todo, el Leyma no se rindió y volvió a superar todas las adversidades para hacernos soñar con la victoria. Sin embargo, el triunfo volvió a darnos esquinazo.
Como decía al principio, ha sido complicado asumir la eliminación pero, aunque parezca una contradicción, sencillo al mismo tiempo, ya que los jugadores se han vaciado sobre la cancha y nunca han tirado la toalla. Su entrega y su ejercicio de fe contagiaron a una parroquia coruñesa que no tardó en olvidar los cuatro decepcionantes últimos partidos de la temporada regular y que no dejó de animar y vibrar con el equipo a lo largo de estos cinco encuentros, como hicimos ayer mismo un buen puñado de seguidores en la jamonería Sieiro, centro de reunión de los locos de la canasta de la ciudad.
Lo peor es que ahora nos esperan cuatro meses sin baloncesto. La mecha que prendió en los corazones de los aficionados corre, como todos los veranos, el riesgo de apagarse...
En fin, para el recuerdo quedará el increíble ambiente vivido en las gradas del palacio en los dos partidos de casa, la comunión entre la grada y los miembros del equipo (jugadores y cuerpo técnico) que ha sido total, el triple ganador de Cooney en el tercer partido, las lágrimas de Sonseca, los minutos importantes de Pablo Ferreiro que harán de él mejor jugador, la lesión de Larry Abia (esperemos que no sea tan grave como pareció en la pantalla)... otra página de la historia del Leyma Coruña ha sido escrita con tinta indeleble.
Pero no nos despistemos. La temporada no se ha terminado. Queda por disputar el partido más importante, el más trascendental de los últimos años. El Leyma Básquet Coruña se encuentra en pleno proceso electoral. Su futuro está en juego.
Juan Carlos Fernández Herrero deja el cargo de presidente después de sanear la dañada economía del club en un tiempo récord y de dirigir un proyecto de equipo que se ha consolidado en la LEB Oro.
Esperemos que la nueva junta directiva que resulte elegida continúe la senda que el actual equipo de gestión y gobierno del clubha labrado con esfuerzo titánico para que el Básquet Coruña se afiance definitivamente en el baloncesto profesional y siga creciendo. Nosotros, los aficionados, seguiremos remando en la misma dirección.