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La calle del grabador Enguídanos

Reconocido grabador, autor entre otras de las láminas que ilustran la obra botánica de Cavanilles.

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Valencia

La ciudad de Valencia ha alumbrado a lo largo de la historia a grandes maestros del arte del grabado y muchos de ellos han sido inmortalizados en el nomenclátor urbano. Desde el grabador Esteve, pasando por Fernando Selma, Francisco Jordán o Domingo Fabregat, todos forman parte de nuestro callejero, y entre ellos también, el grabador Tomás López Enguídanos (Valencia, 1773 – Madrid 1814), que desde 1963 da nombre al antiguo camino del Río del poblado de Campanar bajo el nombre de calle del Grabador Enguídanos.

 El camino del Río de Campanar partía desde el caserío primigenio del poblado en dirección sur, encaminándose, una vez sorteada la acequia de Rascanya, hacia la orilla izquierda del río Turia. Este camino del río fue rebautizado con el nombre de Condes de Buñol durante el periodo en el que Campanar fue un municipio independiente de Valencia durante la segunda mitad del siglo XIX y perduró a lo largo del primer tercio del siglo XX. Con la llegada de la República, Campanar, ya anexionada, varió por completo su callejero, al igual que el resto del término municipal, adaptándolo al gusto del nuevo régimen: la plaza de la Iglesia pasó a plaza de la República, la calle Mayor a calle de Blasco Ibáñez y las calles Conde de Buñol y Barón de Barcheta, a Fermín Galán y García Hernández respectivamente, en honor a los Mártires de la República fusilados en Huesca cuatro meses antes de la proclamación de la segunda República.

Después de la Guerra Civil, el nomenclátor de la ciudad volvió a recuperar los nombres que tenían antes de 1931 y la calle de Fermín Galán adoptó la antigua denominación de Conde de Buñol. Pero solo duró hasta 1963, cuando de nuevo la vía cambió de denominación por su duplicidad con la céntrica plaza de los Condes de Buñol, en la calle Caballeros, donde se encuentra precisamente en la casa señorial de dicho condado. El nombre propuesto entonces para rotular la calle de Campanar fue el del ya mencionado grabador Enguídanos.

De familia de grabadores, fue Enguídanos un notable alumno de la Academia de San Carlos de Valencia y de la de San Fernando de Madrid, instituciones de las que posteriormente sería académico. En 1806 fue nombrado por Carlos IV Grabador de Cámara y realizó diversos trabajos de la mano de los pintores, también valencianos, José Ribelles y Vicente López.

Tomás López Enguídanos fue un grabador muy fecundo y entre sus obras, la más reconocida y estimada por los valencianos son las cincuenta láminas que grabó para ilustrar las Observaciones sobre la historia natural del Reino de Valencia del gran botánico valenciano Antonio José Cavanilles.

El grabador Enguídanos desarrolló la práctica totalidad de su carrera en Madrid, que en el siglo XIX se había convertido en el gran centro del grabado español. Allí, en la Corte del Reino, realizó multitud de trabajos, entre ellos varias estampas del Monasterio de San Lorenzo del Escorial y la ilustración del Quijote en una edición de 1797 para la Imprenta Real. Pero en la capital del reino es recordado sobre todo por ser el autor de la primera lámina relativa a la insurrección madrileña del Dos de Mayo.

 

 
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