El joven de Zalla al que trasplantaron tres dedos de los pies a la mano lleva una vida 'prácticamente normal'
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Bilbao
Marius Constantin Carp, el joven al que se le trasplantaron tres dedos de los pies a la mano derecha tras estallarle un petardo, se ha felicitado por llevar una vida "prácticamente normal".
"Hago prácticamente lo que hacía antes; todo, incluido conducir", ha subrayado el joven, que no tiene ningún dolor "ni cuando trabajo, ni cuando hago fuerza".
El 1 enero de 2017 Marius Constantin se encontraba con unos amigos en la plaza del pueblo de Aranguren, en Zalla, poco después de dar las campanadas, cuando encendió un petardo y le explotó seccionándole todos los dedos de la mano derecha.
El joven estuvo ingresado dos semanas en el Hospital de Cruces, en Barakaldo, con la mano derecha "enterrada" en la tripa para preservar tejidos y resignado a que el resto de sus días iba a tener únicamente un muñón, hasta que un amigo le habló de Francisco del Piñal, una eminencia internacional en el implante de dedos de pie en la mano, con un 99 por ciento de éxito.
El cirujano le operó con éxito en la Clínica Mompía de Cantabria y ahora, año y medio después, lleva la rehabilitación de su paciente en consulta de Santander, al que considera "un tío duro" que no se queja, a pesar de tener "una lesión de las más graves que yo he tratado".
En declaraciones a Europa Press Televisión, Marius se ha limitado a afirmar que lleva una vida "prácticamente normal", y que hace "todo lo que hacía antes". No obstante, ha reconocido que hay cosas que, en vez de hacerlas a la primera, las tiene que realizar "a la segunda".
El joven, de 29 años, sigue viviendo en Zalla, donde en la actualidad regenta un lavadero de coches debido a su incapacidad. "Pero luego en casa (un caserío) desbrozo y paso la hierba. En una casa siempre hay trabajo y en la huerta, al final, hay que hacer de todo. Hago vida normal y todo lo que hacía antes", ha reiterado.
Preguntado sobre cómo se maneja con sus manos en la actualidad, Marius sostiene que "al final, la derecha se ha convertido en la mano izquierda, y la izquierda en la derecha".
"Si antes me apoyaba con la izquierda, ahora me apoyo con la derecha. Es hasta que he aprendido un poco a agarrar las cosas, porque los tienes que agarrar de una manera más... pero simplemente es eso, si antes me apoyaba con ésa, ahora me apoyo con ésta. Han cambiado los roles", se ha congratulado.
Sobre la falta de tres dedos de los pies tras la operación, Marius ha confesado que no le ha afectado para nada su pérdida, puesto que no le ha dejado ningún tipo de secuela.
"Puedo andar, puedo correr. Suelo hacer senderismo, voy al monte con la perra. Tenemos un grupo de amigos con el que solemos ir los fines de semana o cuando podemos. Pero no, ningún tipo de cojera. Es más, después de las operaciones yo me acuerdo que (al poco) de extraerme de los dedos, al de una semana ya estaba casi andando. La verdad es que muy bien", ha enfatizado.
EL MÉDICO
Por su parte, el microcirujano Francisco del Piñal ha afirmado que "una lesión grave de la mano es para desanimar a cualquiera" porque, además de ser "lo que nos diferencia de los animales", es "la herramienta de trabajo" de los humanos.
"El paciente lo (suele) lleva muy mal, los que tienen una lesión compleja están desorientados, pero si tú les dices 'mañana voy a hacer esto', dentro de un mes hay que esperar esto, dentro de tres esto otro. Lo aceptan, lo entienden bien. Pero no deja de ser una tragedia para un paciente tener una lesión mayor de la mano. Si la mano funciona bien, el paciente funciona bien, si la mano no funciona, si tiene una mano que se le ha reconstruido, y la lleva metida en el bolsillo, para poco sirve", ha sentenciado.
Del Piñal ha recordado la gravedad de la lesión de Marius, que requirió de dos operaciones, una primera en la que se procedió tanto a la reconstrucción del dedo gordo como a la cobertura de todos los huesos, y una segunda en la que se le pusieron el segundo y tercer dedo del otro pie.
"Todavía le queda hacer rehabilitación, hacer ejercicios, porque todas estas cicatrices pueden tardar más de dos años en madurar. Lo mismo que por fuera están las cicatrices rojas, por dentro está todo inflamado. Lleva un tiempo hasta que todo vuelva a su estado normal y consigamos que tenga más función", ha declarado. A corto plazo, del Piñal espera que los dedos implantados funcionen al 95 por ciento, aunque para "lo más gordo" se tardan dos años.
"Las cicatrices que tiene dentro tienen tendencia a contraer. Por la noche le tenemos con una férula, que lo que hace es mantener todo este espacio abierto, porque lo que queremos es que las cicatrices maduren, como si fuera un árbol que está creciendo. Tú le puedes moldear hacia un lado u otro, y durante el día lo que hacemos es ejercicio para que los tendones estén deslizados", ha resaltado.
El microcirujano ha confesado que a Marius le queda todavía "mucho tiempo" para recuperarse, aunque lo que más le importa como médico es que está haciendo vida normal.