Érase que se era, un lugar sin corrupción

Qué lejanas parecen aquellas palabras de Juan Vicente Herrera, presidente de la Junta, cuando mantenía que Castilla y León no figuraba en el mapa de la corrupción española. Qué lejanas y que ingenuas, al tiempo que tremendamente desafortunadas.

Sí, la corrupción tal y como acaba de sentenciar la Audiencia Nacional no ha pasado de largo y esta comunidad también ha sido victima de su insaciable y corrosiva voracidad. Es cierto que Jesús Merino cometió los delitos cuando ya no ocupaba puestos de responsabilidad en el ejecutivo autonómico, pero también es cierto que, según el fallo del tribunal, queda acreditado que utilizó su influencia en Castilla y León para cometer los delitos por los que ha sido condenado.

Aunque el ejecutivo actual y el PP, tal y como dicta el manual, se esfuercen ahora en situar a Merino a miles de kilómetros de distancia de la Junta y del partido, resulta innegable que su condena supone un derechazo en la barbilla de una comunidad, la nuestra, que por desgracia sí figura en el mapa de la corrupción.

Falta por ver como evoluciona nuestra presencia en ese mapa. No podemos olvidar que en distintos juzgados se están instruyendo diversas causas cuyo desarrollo, es cierto que está por concretarse, pero que por el momento, nos dejan algunas hipótesis cuando menos, inquietantes.