Economia y negocios
Antonio Coronil

‘Goma de borrar’

Aquí se sabe de drogas, porque hace más de veinte años, un caballo desbocado corrió por nuestros barrios

Firma Antonio Coronil, "Goma de borrar"

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Algeciras

De todas las advocaciones que se le otorgan a la Virgen María, quizás ésta sea la más necesaria en los tiempos que corren: “María Auxiliadora de los cristianos”. Día grande para la Familia Salesiana. Pero seguro que con la generosidad que se le supone a las divinidades, María lo hará extensible a todos y cada uno de los habitantes de este país, cristianos o no, que falta nos hace.

Se debate la actualidad entre el procés y los chalés. Y frente al agravio de unos pocos, la ineficacia de un Gobierno que sólo parece ser experto en imputaciones. Por lo demás, Bélgica no sabe si tendrá coles para tanto español allí refugiado, mientras los fuegos artificiales que nos prometía la democracia y la libertad, nos explotan en el suelo, causando muertos dónde debía haber admiración y disfrute.

Y dentro de la esta desconcertante actualidad, nuestra ciudad y su entorno ha relucido con nombre propio. Cuando las noticias, de una misma naturaleza se repiten, llegan a ser un estado de opinión. A la clásica y escasa presencia de Algeciras y su comarca en los medios (alijos y pateras) se amontonan en el tiempo las desgracias, que nos han puesto en boca de todo el mundo.

Como el “pájaro” ilumina un trozo de la oscuridad de la noche, así los medios del resto del país, han descubierto el Estrecho y su actividad nocturna. Destacando sólo un trocito de la realidad de nuestra tierra y de las gentes que en ella vivimos.

Y entonces aparecen por aquí muchachitas becarias, más o menos rubias, que con chaquetón de la cadena y micrófono en ristre, desde una playa cualquiera nos cuentan lo que cualquiera ya se imagina.

También se dejan caer por aquí, entusiastas muchachos, con el espíritu del corresponsal que mandaban a Bosnia, pero en un peugeot por las calles de la Atunara o doscientos metros de un tanatorio. Claro que su espíritu reportero acaba cuando se les hace a su vehículo lo que se les querría hacer a ellos.

Es que aquí, en estas ciudades que conforman el campo, sabemos mucho de drogas y nos molesta el asombro del descubrimiento que ahora hacen los medios de comunicación-espectáculo, movidos por el morbo. Medios que nunca aparecieron cuando más lo necesitábamos, que muchas y largas son las carencias que esta comarca tiene, y darlas a conocer, nos hubiera venido muy bien.

Aquí se sabe de drogas, porque hace más de veinte años, un caballo desbocado corrió por nuestros barrios. Y se llevó por delante mucha juventud, sana y amable, que veía en la droga una suerte de modernidad, que acabó con sus vidas. Dejando cicatrices eternas, en sus afectos, tanto que sus madres dieron ejemplo de lucha, dentro y fuera de sus casas.

Después de aquello, entre el cementerio y la metadona, parecía que todo acabó. Y no es así, es que el drama se hizo negocio. Y mientras dormimos, la actividad en el estrecho deja muchos beneficios para unos pocos y mala fama para todos.

Ahora el caballo desbocado es un Q7 en la puerta de una vivienda de protección oficial. Son bolsos de Dolce Gabbana en armarios del Ikea. Son chándales Armani en cuerpos que nunca irán a un gimnasio. Es la muerte absurda de un niño en una tarde tibia de playa.

Por eso, ahora que España entera ha aprendido que es un “vuelco”, un “punto”, “una guardería” y una “goma”, los de aquí, los que ya pusimos los muertos, le pedimos a la Auxiliadora más gomas, pero de borrar. Para limpiar, para siempre, nuestra comarca de tanta desgracia.

 
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