Aparcar las obsesiones, remangarse y negociar
Que se haya acabado el bipartidismo y que las formaciones estén condenadas a negociar es una imposición ciudadana que les cuesta a asumir a las formaciones políticas
La Columna de Carlos Arcaya | Aparcar las obsesiones, remangarse y negociar | 30/05/2018
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Alicante
Que se haya acabado el bipartidismo y que las formaciones en las instituciones estén condenadas a negociar es una imposición ciudadana que les cuesta a asumir a las formaciones políticas.
Menos pensar en la estrategia partidista -en llegar a las elecciones bien posicionados- y más capacidad de negociar el día a día. Lo cual también tendría otra consecuencia positiva, la vida política se normalizaría mucho más y se superaría esa crispación o esos maximalismos que transmiten en ocasiones.
Un campo ideal para llevar a cabo ese juego son los ayuntamientos. Aunque, a veces, las afinidades o desafectos jueguen malas pasadas.
En el Ayuntamiento de Alicante, el PP se ha visto en la tesitura -no sé si por convicción, por necesidad o por tacticismo- de renegociar la primera modificación del presupuesto que pretendían llevar al pleno de mañana para incluir las emergencias sociales.
Previsiblemente, las próximas elecciones municipales van a consolidar este panorama y bien harían todas las formaciones en dejar aparcadas las obsesiones -de todo tipo- y recordar que no tienen otra alternativa que remangarse y negociar.