A la vigésimo tercera va la vencida
La terna a hombros con un Morante arrebatado en el 4º toro y un Talavante cumbre, que corta cuatro orejas
Granada
Cuando todo parecía presagiar el desastre, con un cielo ennegrecido por momentos y una tormenta en ciernes, de repente empezó a florecer el arcoíris sobre el albero maestrante de Granada. Las esperanzas estaban puestas en la corrida de Cuvillo, a la espera de que fueran los toros de El Grullo los que pudieran salvar los muebles de una de las más estrepitosas ferias de los últimos años en lo que respecta al juego de los astados.
Cuando saltó al ruedo el primero de la tarde y empezó a blandear y a mostrar el poco fondo que llevaba dentro, todo el mundo presagiaba la peor. Ni qué decir cuando ni el segundo ni el sobrero que salió en su lugar dieron la menor opción. Dos toros sin la menor fuerza que impidieron que Manzanares pudiera sentirse a gusto con los trastos. Morante, por su parte, en el que abrió plaza tiró de habilidad para meterle la mano y quitárselo de en medio, sin cortapisas.
Pero cuando salió el tercero, después de haber visto 22 toros de carne de matadero, la plaza empezó a vibrar. La media plaza que conformaba el aforo empujando para que el toro no se cayera y embistiera. Embraguetado estuvo Talavante con este Rescoldito, al que cuajó con el capote y al que le hizo un quite, en el tendido 8, con el capote a la espalda y la mirada puesta en el tendido. Desplante torero que hizo que el coso rugiera por primera vez en la feria.
Arreó el toro en banderillas, sin hacer cosas de bravo, sobresaliendo – como siempre – Juan José Trujillo con los palos. Por eso, más que subalternos, son toreros. De plata, pero toreros.
Y así se vio una de las faenas más importantes de este Corpus 2018. Con el animal fijado en el burladero del 1, lo citó Talavante desde los medios, arrancándose e iniciando la faena por estatuarios. Se lo echó a la izquierda y empezó a bordar el toreo fundamental. Soberbio. Empezó a quedarse justo el animal y fue de menos a más, pero metiendo bien la cara en todo momento, sobresaliendo sobre el encierro. Puñetazo en todo lo alto el de Talavante para rematar la faena.
Y que el extremeño está en un momento dorado de su carrera, aun habiendo roto su relación con la Casa Matilla este mismo sábado, lo demostraron los hechos. Cumbre estuvo también con el 6º, el toro menos malo de la feria; lo que, en comparación con el resto y sus circunstancias, podría convertirlo en el más sobresaliente. Más justito de trapío, algo bizco y poca culata, pero extraordinario en la muleta. Lo toreó muy despacio, con tandas hondas, y lo remató con un estoconazo en los medios. Figurón del toreo.
Pero la tarde no quedó aquí. La llegada de Morante de la Puebla era como esa agua de mayo que todo el mundo espera. Había ganas de ver al sevillano y no pudo ser en el primero. Se cayó reiteradamente iba justo de fuerzas…pero el juego de muñecas con el percal bien valió una pintura. Pero las musas llegaron en el cuarto… ¡y qué musas! Todo el mundo encomendándose para que el desastre de la lidia que se le hizo no fuera óbice para que Morante quisiera torear.
No lo vio claro en el capote, le pegaron fuerte en varas y el capote de El Lili pareció más de plaza de talanqueras que de uno que lleva tantos años en esto. Bronca del torero de la Puebla a su cuadrilla y se fue a los medios a brindar al toro. Trasteo elegante. Muleta a la izquierda y a torear. Le cabeceó el toro, que se quedaba corto y acusaba esa falta de raza, pero le aguantó Morante y le tragó, incluso cuando rajado en la querencia, se desbordó el torero. Aprovechó las cuatro embestidas que aún le quedaban y le formó el taco. Sus formas genuinas afloraron como nunca, hasta rompió a llorar. El arcoíris bañó la faena, entre una leve llovizna, que le dio esa magia de una tarde de toros.
Y Manzanares, sin duda, no está en su mejor momento. Lo tuvo imposible en el primero de su lote y en el sobrero que le corrió en suerte. Pero en el quinto no estuvo lo ajustado de otras tardes, fuera de cacho, aliviado de más y despejado. No pudo bajarle la mano porque el jabonero se desplomaba, faltándole ese tramo del muletazo que hace que la plaza rompa hacia adelante. Pero bueno, el regusto que había dejado Morante hizo que se premiara la voluntad del alicantino y más aún cuando volvió a sorprender con la suerte suprema, recibiendo, y dejando la tizona en lo alto. Había ganas de contar cosas al salir de la plaza, de expresar entre amigos la suerte de haber visto una gran tarde de toros y la terna a hombros. Se propició el triunfo, se hizo la vista gorda, y se dejó que confluyera esa mezcla de sensaciones y emociones. No era para menos. Hubo que esperar a que salieran 22 toros del chiquero para poder ver algo en condiciones.
Ficha del festejo
Real Maestranza de Caballería de Granada
Corrida de toros. 4º de abono. Dos tercios de plaza en tarde fresca, con llovizna y algo de aire.
Toros de Núñez del Cuvillo, correctos de presentación y de juego desigual: blandos y sin fondo 1º y 2º, pitados en el arrastre; buenos 3º y 6º, aplaudidos en el arrastre; justos de raza 4º y 5º; y Manuel Blázquez (2º BIS), blando y sin fondo.
Morante de la Puebla, de catafalco, oro y sedas: tres pinchazos y estocada (silencio) y estocada tendida (dos orejas)
José María Manzanares, de grana y oro: media estocada (silencio) y estocada contraria (dos orejas)
Alejando Talavante, de tórtola y oro: estocada (dos orejas) y estocada (dos orejas)