Gaudeamos Igitur
(...) Y sin tiempo para enjugarse las lágrimas, ya tenemos aquí al bello Sánchez, ornado con una púrpura que no habría soñado anteayer, encomendado al milagro de gobernar contra la aritmética, que es misión compleja porque todos sabemos de lo recio que es el universo numérico (...)
La onda incendiada
01:29
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1528134371_584515/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
León
Me van a disculpar ustedes las ojeras y esta voz de cazalla, pero la celebración ha sido larga e intensa. Proporcional, sin duda, al anhelo largamente escondido de que algún día este país pudiera quitarse de encima el manto infinito de la corrupción, y los portavoces de la miseria pudieran por fin contemplarse ante el espejo.
Nada hacía barruntar el apocalipsis mariano hace apenas una semana, pero los astros son caprichosos y cuando se alinean no hay Dios que compita con el destino. Ahí está la imagen de ese Señor del que usted me habla saliendo , ligeramente desorientado , de un velatorio de ocho horas entre guisquíes con sabor a despedida y habanos con aroma a perplejidad. En las pupilas dilatadas del cadáver Rajoy estaba impresa toda la grandeza hispánica de los que dictan su testamento entre chupitos de pacharán. Puro Valle- Inclán.
Y sin tiempo para enjugarse las lágrimas, ya tenemos aquí al bello Sánchez, ornado con una púrpura que no habría soñado anteayer, encomendado al milagro de gobernar contra la aritmética, que es misión compleja porque todos sabemos de lo recio que es el universo numérico.
Acabados los cien segundos de cortesía, habrán de aparecer en escena los rencores riveritas, las náuseas dialécticas de Hernando, las exigencias de cobro de los acreedores periféricos y los lamentos por el olvido en que este Gobierno, éste sin ministros aún, ha postrado a la provincia toda.
Pero no nos dejemos llevar por la tristeza que traen siempre los coitus interruptus, y disfrutemos de este polvo pétreo, inesperado y gozoso, como si no hubiera un mañana, antes de que comprobemos la universalidad del gatillazo monclovita.