Una buena inversión

Palencia

Vivimos una semana si y otra también en un estado permanente de incertidumbre. Pasamos del sobresalto a los temores, del enfado a la decepción o, según para quien, a la esperanza. Y aunque todo ello es importante y lo tenemos en la cabeza, menos mal que ha llegado el mes de Junio, el principio del verano, y se levanta la veda para la celebración de cantidad de fiestas y festejos de todo tipo en nuestros pueblos.

Afortunadamente la diversión y la alegría que representan las fiestas populares es especialmente necesaria ahora porque nos quitan de pesimismos aunque sea por unos días, nos desengrasan y hacen la vida un poco más fácil.

La profunda crisis económica que padece España también ha afectado a los presupuestos y a las inversiones de nuestros pueblos que se han visto obligados a movilizarse y ser mucho más imaginativos para conseguir recursos de todo tipo para que sus fiestas no pierdan el nivel o la fama que tuvieron ya que es sin duda un motivo de orgullo para sus habitantes. De esta manera sea con apoyos privados o con la colaboración de los vecinos los espectáculos siguen adelante sin apenas perder calidad e interés, cada uno a su nivel y así nos encontramos desde los que tiran la casa por la ventana hasta los más modestos.

Y menos mal que es así. Es posible que a muchos les pueda parecer que se gasta mucho dinero en fiestas cuando las necesidades en pueblo son un no parar de contar penurias pero creo que es importante que sea una de esas partidas que se mantenga y que no se toque porque es más importante de lo que puede parecer a simple vista.

Por una parte son la mejor, y en ocasiones la única, forma de expresar y mantener sus tradiciones y vivencias comunes que contribuyen a hacer a una comunidad y a dotarla de personalidad, de identidad. No podemos renunciar a ellas porque expresan mejor que muchos discursos el deseo del pueblo por sobrevivir ante el futuro incierto de nuestro medio rural.

Por otra parte este aparente derroche es la mejor inversión que se puede hacer para mantener vivos los pueblos. Quizá parezca exagerado pero pienso que ese miles de euros que se gastan en las fiestas son más eficaces que muchos proyectos de desarrollo rural que se presentan a bombo y platillo y que luego tienen escasa repercusión. Las fiestas mantienen en muchos ocasiones el orgullo de ser de pueblo y en más de un caso sin estos meses verano y sin las fiestas muchos pueblos quizás hubieran desaparecido simplemente porque hubiera dejado de ir la gente.

Por todo ello hay que seguir animando a los pequeños ayuntamientos, a las asociaciones culturales, a las peñas, a los voluntarios etc. para que sigan haciendo la vida un poco más divertida y entretenida en los pueblos tanto para sus vecinos y como para forasteros y conseguir ante las malas noticias mantener viva llama de su identidad con sencillez y autenticidad a partes iguales.