‘Agradece’
Como seres humanos que somos, todos nosotros somos expertos en el sufrimiento, ya sea porque lo hemos padecido en nuestras propias carnes o porque haya algún allegado nuestro que lo haya conocido de cerca
Firma Paola Tobalina, "Agradece"
02:56
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Los Barrios
Como seres humanos que somos, todos nosotros somos expertos en el sufrimiento, ya sea porque lo hemos padecido en nuestras propias carnes o porque haya algún allegado nuestro que lo haya conocido de cerca. Y también, cómo no, podemos sentirlo a miles de kilómetros de distancia, por ejemplo observando las devastadoras imágenes de la erupción del volcán en Guatemala que ha enterrado a familias enteras empañándolo todo de un gris ceniza dolorosísimo. Ante estas tragedias de gran magnitud o ante la pérdida irreparable de un ser querido hay veces en las que situaciones que nos producen dolor están acentuadas y exageradas en su totalidad por la mente sin realmente ser de la magnitud que creemos que son sino que somos nosotros quienes las engrandecemos. Preocupaciones inútiles que nos consumen y que vienen dominadas por ese yo que nos tiraniza y que nos impide la posibilidad de crecer y avanzar. A fuerza de tener la mirada puesta en el futuro, nos olvidamos de los miles de regalos que nos ofrece el presente. Cuando algo nos duele a nivel físico rabiamos de dolor y maldecimos y deseamos que se nos quite, hacemos todo lo posible para que el malestar se esfume de una vez; sin embargo, cuando no tenemos dolor nos cuesta más agradecer la tregua que nos hace disfrutar de la ausencia de este. Parece que le damos tanta importancia que es el dolor el que tiene siempre la última palabra.
Hay otros que podríamos llamarlos dolores del alma. Aquí hay un amplio abanico que ya todos conocemos pero yo quisiera hoy hacerle una mención especial a esos dolores que nos causamos a nosotros mismos alimentando la culpabilidad y los pensamientos obsesivos. Y esos dolores que nos causamos a nosotros mismos son el reflejo de los otros muchos dolores que acusamos, llámense inseguridad, descontento, falta de aceptación… ¿A qué aumentar los sufrimientos cuando ya de por sí la vida es bastante dura? No contentos con castigarnos a nosotros, tenemos la mala costumbre de culpar a los demás de nuestros dolores. La experiencia nos enseña que nadie suele ser culpable de lo que a uno le sucede; cuando uno tiene la verdadera intención de salir adelante se debe hacer único responsable de sus propios actos y asumir no solo los éxitos sino también los fracasos.
No desperdiciemos energía en dolores innecesarios para cuando llegue el momento de afrontar los verdaderos sufrimientos que como la lava del volcán pueden dejarnos sin nada, incluso sin vida. Ahora estás vivo y no te duele nada: agradece.