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Jugadora de BSR, veterinaria y alcaldesa

Lucía Soria (Getafe BSR) ha sido además elegida la mejor baloncestista española en silla de ruedas

Lucía Soria (5) durante un partido esta temporada con el Getafe BSR Casa Murcia / Getafe BSR

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La mejor jugadora de la última liga española de baloncesto en silla de ruedas, Lucía Soria (Getafe BSR Casa Murcia), ha encontrado en el deporte un refugio y un modo de vida, dentro de una vida repleta de ocupaciones: la alero también dedica tiempo a los estudios y el trabajo de veterinaria y, por si fuera poco, a ejercer de alcaldesa de su pueblo, Fuentelcésped, en la provincia de Burgos.

En una liga formada por equipos mixtos, Soria debe cambiar ahora de registro para afrontar su próximo reto, el Mundial femenino de Hamburgo (Alemania) en agosto, que ya prepara junto a sus compañeras.

Nacida en Burgos en 1990, juega de alero en el Casa Murcia Getafe, club con el que ha logrado la permanencia este último curso en la Liga de División de Honor de baloncesto en silla de ruedas.

Su relación con el baloncesto empezó a los trece años, cuando asistía a sesiones de fisioterapia en la Asociación Madrileña de Espina Bífida.

"Montaron una escuela y, como siempre me había gustado, el fisioterapeuta me animó. Nunca me había montado en una silla, empecé a jugar, y hasta hoy", apuntó Lucía, que padece espina bífida con lesión L11-L13.

"Es una enfermedad en la que el tubo neural no se termina de cerrar en el desarrollo embrionario. Las vertebras no han terminado de cerrarse y no protegen la médula. Yo tengo la lesión desde pequeña", indicó.

La silla de ruedas comenzó a usarla de manera regular a los trece o catorce años porque era "cabezona" y se negaba a usarla.

"Quería ir andando y luego me di cuenta de que era mejor usar las manos. Al instituto nunca llevé la silla. Iba con las muletas y no quería que nadie supiese lo que me pasaba. Ahora muevo un poco las piernas, pero me manejo muy mal y por eso voy en silla ", señaló.

En el baloncesto Lucía ha encontrado un refugio, una pasión. No siempre ha sido fácil, y más cuando ha tenido que acostumbrarse a jugar en equipos mayoritariamente integrados por hombres.

"Cuando empecé a jugar me costaba un poco más. El deporte adaptado tiene la cosa de que la gente es más mayor y yo entré en la liga con quince o dieciséis años. Antes estaba un poco fuera de lugar, pero ahora estoy acostumbrada y soy una más. No se ve mucha diferencia", confesó.

Al competir con hombres, en los entrenamientos y partidos, el vestuario es el mismo. "En casa siempre me dejaban un vestuario para mí, pero fuera, si solo había uno, esperaba que se ducharan mis compañeros y luego entraba yo. Esto ha sido así siempre", declaró Lucía, que también sufrió algún episodio machista, aunque hace años.

"Siempre está el hombre que dice que las chicas no deberían jugar o que te manda a fregar. Me ha pasado pocas veces y al final demuestras que te da igual lo que opinen. Siempre hay algún tonto. Últimamente no me ha pasado, esto que cuento es de hace varios años", dijo la jugadora.

"A mí siempre me han apoyado para hacer deporte, pero en España está el problema de que a las niñas que tienen discapacidad en muchos casos se las sobreprotege y cuando los padres ven un deporte en el que la mayoría son chicos les da más miedo", confesó.

"Luego está el caso de la gente que tiene una lesión mayor y por desconocimiento acaba con miedo y no hace ningún deporte. En el caso del baloncesto, además, depende de que donde vivas haya un equipo para jugar", subrayó.

En España, del baloncesto en silla de ruedas vive muy poca gente. Lucía lo compagina con sus estudios de veterinaria y su trabajo de interna en el hospital Clínico Veterinario de la Universidad Complutense de Madrid, en la unidad de neurología.

"Es difícil compaginarlo todo. A veces tengo que matricularme de menos asignaturas o avisar de que llego más tarde. Normalmente voy al gimnasio tres días por semana y por la tarde me entreno con el equipo, tres días de 21 a 23 horas. Aparte, los días que hay pista también voy al mediodía con ellos a practicar tiros", detalló.

En su actual club, el Casa Murcia Getafe, está muy contenta. Regresó hace dos años tras un paso por Alcorcón de cinco temporadas. "Me gusta mucho cómo trabajamos, cómo funcionamos con el entrenador y la preparadora física. Además, estoy jugando mucho y no me lo esperaba", apuntó.

Respecto al próximo Mundial femenino, indicó que el enfoque como jugadora será diferente.

"Jugar con chicos hace que nuestro nivel suba, pero la posición en pista no es la que trabajamos durante el año. No haces el mismo trabajo que cuando juegas con chicas, que asumes otro rol. Por un lado nos favorece y por otro nos hace más complicado jugar juntas", apuntó Lucía, que envidió que otros países sí tengan una liga femenina.

"Hay países en los que, además de jugar con chicos. hay ligas femeninas de dos o tres semanas, con tiempo para poder habituarse y competir entre ellas", relató.

El Mundial lo afrontarán con la mentalidad de "disfrutarlo al ser un premio a un montón de años de trabajo".

"Si nos metemos entre las ocho mejores perfecto, pero sobre todo será importante dejar en un buen lugar a España", comentó.

Su tiempo fuera de las pistas y de los estudios y el trabajo de veterinaria lo dedica a ejercer la labor de alcaldesa de su pueblo, Fuentelcésped, en el que viven unos 250 habitantes.

"Gracias a internet se pueden hacer vídeollamadas y firmas electrónicas. El teléfono hace milagros. Aun así, cada vez que hay que hacer un pleno o tomar decisiones importantes, voy allí. Pero en el día a día, no, porque con un programa electrónico de la Diputación de Burgos se puede llevar bien", consideró.

Es alcaldesa desde 2015. Su actual mandato acabará en 2019, pero no renuncia a volver a presentarse. Los viajes con el baloncesto le quitan mucho tiempo, pero Lucía puede con todo desde su silla de ruedas.

 
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