Balears toca la cárcel con la mano
Al revisar las imágenes incesantemente, daban ganas de retirar la mirada del aristócrata hundido, con escolta policial hasta el último minuto

"La línea roja" de Matías Vallés (14/06/18)
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PALMA
En una sola jornada no solo se destituye a un ministro recién estrenado, sino sobre todo a un seleccionador de fútbol sin estrenar.
Y luego dirán que Balears está saturada.
A pesar de la concentración de acontecimientos, lo más significativo del intenso día de ayer es que tocamos la cárcel con la mano.
Respiramos en directo la desolación que conlleva la entrada en prisión.
Y lo hicimos, nunca lo hubiéramos pensado, a través de un duque, campeón deportivo y miembro de Familia Real.
La estampa de Urdangarin en Palma, con la orden de prisión en la mano como si fuera un título académico indeseado, es una de las imágenes más sobrecogedoras de la interminable convivencia de nuestra comunidad con la corrupción.
Al revisar las imágenes incesantemente, daban ganas de retirar la mirada del aristócrata hundido, con escolta policial hasta el último minuto.
La comparecencia de Urdangarin no admitía preguntas, pero hay una que le hubiera planteado con mucho gusto.
Si en una inversión del buen orden temporal hubiera vivido la jornada de ayer antes de iniciar los manejos con Matas, ¿habría cometido los mismos abusos delictivos?
Por una vez, prefiero no conocer la respuesta.