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Tarancón

Dos calles recuerdan a los mártires copatronos de Tarancón

Gema Garrido nos lleva hasta las calles de San Víctor y de Santa Corona en 'Callejeando por Tarancón'

Gema Garrido

Tarancón

'Callejeando por Tarancón' nos ha llevado esta semana a hablar de las calles de San Víctor y de Santa Corona. Gema Garrido, en su periplo semanal, ha visitado estas calles, ambas situadas en el Barrio de Santa Corona, son paralelas y parten de la Calle Párroco José María Alfaro y terminan en la Calle Antonio Machado.

Gema Garrido

Gema Garrido

'Callejeando por Tarancón' con Gema Garrido (12/06/2018)

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SANTOS MÁRTIRES VÍCTOR Y CORONA DE SIRIA

Según el “Martirologio Romano” ambos santos vivieron en Siria, en el siglo III, en época del emperador Antonino Pío. Víctor, cuyo nombre original era Buqtur, era un soldado que procedía de la Cilicia. Durante la persecución de Diocleciano, un «dux» de nombre Sebastián lo condenó al martirio porque se había convertido al cristianismo y rechazaba hacer sacrificios a los dioses. Durante tres días, fue desnudado y torturado en público, derramando aceite hirviendo sobre su cuerpo y, azotándolo hasta desprenderle la piel abrasada de la carne.

Al tercer día de este tormento, cuando parecía que el mártir iba a flaquear incapaz de soportar más aquel dolor, de entre la multitud se le acercó una joven muchacha para confortarlo: era Corona (cuyo nombre griego era Stephana, conocida en Occidente como Estefanía).

La muchacha, que apenas tendría diecisiete años de edad, era la esposa de un compañero de Víctor en la legión. Se acercó al torturado y con palabras de aliento lo animó a perseverar y a ser fuerte hasta el final. Según el Martirologio Romano, comenzó a llamarle “bienaventurado” porque vio dos coronas que bajaban del cielo, destinadas una para Víctor y otra para ella.

Al ver que prestaba apoyo al reo, el prefecto Sebastián mandó apresarla e interrogarla. Ella se declaró cristiana y afirmó su admiración por la fortaleza del mártir y su deseo de ser mártir con él, negándose también a sacrificar a los dioses. Además, sostuvo valerosamente ante el juez que veía esas coronas descender del cielo. Dada su insistencia, el juez también la condenó a un martirio horrendo.

Corona fue atada de brazos y piernas a dos palmeras jóvenes dobladas a la fuerza por varios hombres. Cuando los verdugos soltaron los árboles, éstos se enderezaron violentamente, desgarrando el cuerpo de la mártir en varios trozos. Víctor, después de haber presenciado este atroz suplicio, fue degollado.

Los restos de ambos mártires fueron recogidos por otros cristianos tras el martirio y sufrieron diversos traslados desde su lugar de reposo original en Egipto. Pasaron por la isla de Chipre y actualmente yacen en una caja de plomo en un santuario fundado en su honor por el obispo Arbone en Feltre (Italia), que los reconoce como patronos. Junto a ese santuario se edificó más tarde un monasterio, ocupado por varias órdenes religiosas, entre ellas los Padres Somascos durante el S. XVIII. El 19 de marzo de 1943 se abrió el arca y se reconocieron los huesos de los mártires.

DEVOCIÓN POR SAN VÍCTOR Y SANTA CORONA EN TARANCÓN

Cuenta Dimas Pérez en su libro “Tarancón en la historia” que partir de la Edad Media y, durante muchos siglos, la fiesta principal de este pueblo, a la que concurría toda la comarca, se celebraba el 14 de mayo, en honor a San Víctor y Santa Corona.

Según las “Relaciones” de 1575, la fiesta se guardaba “solemnemente”, es decir, con misa grande y sermón. Los sacerdotes lucían un riquísimo terno de terciopelo rojo, bordado de oro y sedas, del que únicamente se ha salvado la casulla. En el sermón se recordaba el lugar en el que los santos habían sido martirizados, a “seis mil leguas de aquí”. Porla tarde se corrían toros y había músicas y danzas.

Sobre el motivo por el que se honraba a estos santos, refiere este escrito que era “devoción antigua” y también que con su invocación se había producido el cese de calamidades meteorológicas como hielo, pedrisco, sequía y ramblas; la liberación de plagas que arrasaban el campo, como la langosta o el gusano de las viñas; así como otras plagas que afectaban directamente a las personas, tales como la peste.

No hay una causa concreta que moviera al pueblo de Tarancón a tener devoción por estos santos pero, siendo su fiesta el 14 de mayo, en las proximidades de la cosecha de cereales, Dimas se inclina por que se les venerara por haber librado de alguna calamidad climatológica, como el pedrisco, que podía dañar a las viñas que entonces abundaban en la comarca.

Parroquia de San Víctor y Santa Corona

Parroquia de San Víctor y Santa Corona / Gema Garrido

Parroquia de San Víctor y Santa Corona

Parroquia de San Víctor y Santa Corona / Gema Garrido

En la oración que se les dedica se pide al Señor que “por su poder hizo que los bienaventurados Víctor y Corona pudiesen superar los horribles tormentos del martirio, haga que nosotros, por la intervención de sus méritos, nos veamos libres de todas las insidias del enemigo”.

Cuenta Dimas que en Tarancón no tenemos ninguna reliquia de los santos patronos, sin embargo, en el altar mayor de la parroquia, en el ático, a un lado y otro del Calvario, se hallan las imágenes de San Víctor, vestido a la usanza de los soldados de la época de Carlos V, llevando una lanza en la mano derecha; y de Santa Corona, representada como una joven que recoge su sobretúnica con una mano y, con la otra, parece indicar la visión que tuvo de las dos coronas que descendían del cielo.

Existían otras dos imágenes de los santos, de estilo barroco, en un retablo del crucero, que se sacaban en procesión y que también salían al encuentro de la Virgen de Riánsares cuando era traída de la ermita el 15 de agosto y a despedirla el 28 de enero. Estas imágenes fueron quemadas en una hoguera en el año 1936 y sustituidas por otras de menos valor artístico, adquiridas al concluir la Guerra Civil.

En la procesión de la Virgen de Riánsares por el pueblo se llevaban unos estandartes bordados representando a los santos patronos. Además, en las representaciones de la Virgen se colocaban en un lugar visible los anagramas de Víctor y Corona, con su palma correspondiente recordando el martirio.

Cuando en el S.XVIII se formó el escudo de Tarancón, sobre la puerta de la muralla, suspendidos en el aire, se colocaron los mismos anagramas de los santos patronos.

PARROQUIA DE SAN VÍCTOR Y SANTA CORONA

Tras la boda de Fernando Muñoz con la reina María Cristina, se eligió patrona de la ciudad a la Virgen de Riánsares, dejando de celebrar las fiestas de mayo en honor a los “Santos Mártires”. Durante mucho tiempo desapareció casi porcompleto su culto, limitándose a celebrar una misa, sin ser día festivo, aunque se traspasó de generación en generación la devoción hacia ellos.

Ya en el S.XXI, con el aumento de la población en Tarancón, se hizo necesaria una segunda parroquia. El 23 de enero de 2011, comenzó la historia de la que, por decreto del Obispo de Cuenca, Monseñor Yanguas Sanz, se llamó de Parroquia de San Víctor y Santa Corona.

En la construcción del nuevo templo colaboraron intensamente algunos taranconeros, como Luis Enrique Guijarro, que realizó las vidrieras, o el sacerdote Miguel Ángel Solera, que hizo los relieves del altar en barro cocido. Tras casi dos años de obras, el 16 de noviembre de 2014 fue inaugurada la nueva iglesia parroquial y, desde ese momento, Tarancón quedó dividido en dos parroquias.

Desde hace algo más de una década, el 14 de mayo, Tarancón honra de nuevo a sus copatronos, San Víctor y Santa Corona. Se creó la Hermandad en su honor y se recuperó la celebración de estas fiestas. Los días previos se realiza un triduo y, el día 14, las imágenes de los santos son portadas en procesión por seis devotos y devotas del barrio, se celebra una misa en su honor, una ofrenda floral y una verbena popular.

 
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