Larga vida al balneario de Floridablanca
Escucha aquí el 'micromentario' de los lunes en Hoy por hoy de Pepe Belmonte

Postal del restaurante y balneario Floridablanca, en la playa de Lo Pagán, San Pedro del Pinatar / Archivo General de la Región de Murcia

Murcia
Larga vida al balneario de Floridablanca
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Micromentario / Pepe Belmonte (25-06-18)
Después de muchos avatares, después de muchos tira y afloja, el Balneario de Floridablanca, situado en la playa de Lo Pagán y perteneciente al ayuntamiento de San Pedro del Pinatar, va a ser rehabilitado, aunque no se sepa aún con exactitud cuál será en el futuro su función principal. Si quedará para museo, para lugar de recreo o como restaurante, como lo fue hasta hace bien poco.
Es una buena noticia para quienes lo hemos conocido desde siempre, anclado, a la espera de un capitán que lo conduzca mar adentro, junto a la carretera que une los municipios de San Javier y San Pedro. El inmueble, que tiene forma de barco y no carece de encanto, tiene más de un siglo de antigüedad y, de alguna manera, se ha convertido en una especie de monumento sin el cual toda esa zona del Mar Menor perdería buena parte de su primitiva belleza.

Pepe Belmonte, catedrático de Literatura de la UMU / Cadena SER

Pepe Belmonte, catedrático de Literatura de la UMU / Cadena SER
Los balnearios no son de ayer, ni de antes de ayer. Hay historiadores que aseguran que el tan sufrido Mar Menor, desde tiempos inmemoriales, estuvo plagado de palafitos. O lo que es lo mismo: de pequeñas construcciones de madera que solían ocupar zonas de aguas tranquilas, para no tener que sufrir sobresaltos. Forman parte, pues, de eso que han llamado, “la arquitectura del agua”, expresión que suena a pura poesía.
Quienes hayan estado en el interior de este majestuoso Balneario de Floridablanca, recordarán algunas de las fotos allí colgadas, con personajes del mundo del cine y de la música, de la literatura y de la pintura.
La cartagenera Carmen Conde, la primera mujer en ocupar un sillón de la Real Academia Española de la Lengua, cuando regresaba de Madrid, solía invitar a sus amigos en el Floridablanca a un buen caldero, el “oro viejo” del Mar Menor, como lo llamaba otro ilustre, el escritor unionense Asensio Sáez.
Sin este balneario, que ya forma parte de nuestra historia, que está impreso en nuestra retina y, también, en lo más profundo de nuestro corazón, el Mar Menor sería mucho más huérfano y perdería a uno de sus inquilinos más fieles e ilustres.
Se trata de una especie de buque fantasma que navega, no en medio de la espesa niebla, sino a plena luz de ese sol mediterráneo que, con su magia, convierte a nuestro mar chico en una resplandeciente y glamurosa bandeja de plata. Larga vida al Balneario de Floridablanca.
Pepe Belmonte




