A Xabier P. Docampo
Comentario Consuelo Bautista (27/06/18)
01:46
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A Coruña
Las Fragas do Eume se quemaron en 2012 y un hombre asistía impotente a la falta de medios y reacción mientras veía arder una parte de su itinerario sentimental y buscaba contar, informar, pensar en qué hacer en medio de la nada. Hacer de la nada un todo, crear haciendo crecer las mentes, contar historias, enseñar y escribir. Esa fue la vida de Xabier P. Docampo que con su sonrisa eterna, que llenaba su cara entera, te acogía con esa sabiduría de quien vive intensamente cada minuto desde un ejercicio de generosidad sin excepciones. Sabía explicar qué eran los besos, Volvoretas que se pasan de boca en boca, qué era el miedo, en una vida que no perdona la maldad, al menos en sus relatos. Qué era el amor. Que con una pelota de fútbol en la punta do pé un rey creó una manera de andar. Nos regaló alegría, sentimiento y su amistad. Y a cambio no pedía nada y por eso le dábamos todo. Habitó el mundo defendiendo Galicia, despertando la curiosidad, ayudando a crecer y a imaginar a generaciones y generaciones de niñas y niños felices de encontrarle como maestro. Aún recuerda Tono Chouciño cómo era capaz en Malpica en los setenta de quitar un mapa del encerado, retirar las mesas y ponerlo en el suelo para que entendieran dónde estaba el norte, que no estaba arriba. Estaba orgulloso de su tierra y de su gente y por eso nos cuidó y nos quiso tanto. Hoy a las ocho y media se le realizará un homenaje cívico en Servisa. Unha sorte coñecernos tantos anos. Grazas mestre. O que mellor aprendimos contigo foi a sorrir.
A última lección do mestre.