Colgados en Heathrow en medio del laberinto
El comentario de Consuelo Bautista (11/07/2018)
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A Coruña
Lo de las compañías aéreas con los pasajeros es algo así como un deporte de riesgo. La carrera por la rebaja de los precios de los vuelos se ha convertido en una lucha contra reloj en la que el cliente-pasajero intenta conseguir la tarifa más barata olvidando las consecuencias. Los recortes en el servicio llevan a que, de nuevo, contemos, por ejemplo, lo de cada verano de Vueling en Heathrow. Suspensión de vuelo, peregrinaje de los pasajeros para buscar qué hacer. Eres tú, el cliente, quien busca una solución en el océano de un aeropuerto internacional. Nadie con cara y ojos te atiende, te cuenta, se disculpa, te explica. Reclamas bonos de hotel o comida brujuleando por el aeropuerto. Si no dices nada o no sabes defender tus intereses sencillamente desapareces. Incluso menores pasan a ser tutelados por otros pasajeros. Pasó el lunes por la noche con el vuelo Londres-Coruña de última hora. Aún están buena parte de los afectados en la capital británica después de una epopeya que continúa. Además de los que vieron suspenderse su vuelo desde A Coruña. Al otro lado, una barrera creada por mensajes de móvil, avisos en la web y nadie con cara y ojos que se haga responsable. Las nuevas generaciones pensarán que es normal. Que su vida dependa de un ente virtual que no se responsabiliza de nada aunque puede decidir mucho. Parece una metáfora de lo que viene. O lo que estamos dispuestos a soportar por un billete más barato.
Hace dos años el caos con Vueling coincidió con un cambio en la dirección de la compañía.