‘Instantánea’
La vida ha cambiado tanto desde aquel verano… que solo el hecho de recordarlo me produce extrañeza
Firma Paola Tobalina, "Instantánea"
06:21
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/048RD010000000078683/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Los Barrios
La vida ha cambiado tanto desde aquel verano… que solo el hecho de recordarlo me produce extrañeza. Aquel verano en el que cruzamos el Estrecho de Gibraltar desde Ceuta, toda la familia, y pusimos rumbo a un hotel de la Costa del Sol en el que pasamos unos inolvidables días. Fuera de lo que el archivo memorístico emocional almacena, solo guardo de esos días una foto. En ella aparece mi padre sentado en bañador, con el ceño fruncido porque parece darle el sol de cara, y yo a su lado, pero no entera ya que mi imagen sale cortada. Once o doce años podría tener en la foto y él, aproximadamente, los que ahora yo tengo. Él es el protagonista indiscutible del fotógrafo profesional y de su cómplice objetivo que congeló ese momento en blanco y negro. Un fotógrafo que nos captó sin nosotros saberlo, como todas las fotos que hacía y que después exponía en una choza con techo de paja que tenía como oficina a la entrada del hotel con todas las paredes repletas de momentos para venderlos. Cuando mi padre y yo fuimos a echar un vistazo no íbamos buscando una foto nuestra, principalmente porque no sabíamos que existía, a lo que íbamos era a ver si por casualidad habría alguna de un chico del que ese verano me enamoré locamente y de ese amor platónico mi padre era mi cómplice como en tantas otras veces en la vida. Era francés, se llamaba Pierre y lo sé no porque él me lo dijera ya que no cruzamos ni una sola palabra, lo sé porque así le llamaban sus padres; solo nos mirábamos, o quizá la mirada en perspectiva me hace creer que él también lo hacía. Quién sabe si Pierre ahora saltará de alegría porque su selección va a jugar la final del mundial, o quizá tenga alguna linda familia y algunos hijos, o sea ya abuelo, o quién sabe si a lo mejor él tuvo más suerte que yo y en aquellas paredes repletas de fotos encontró alguna mía que todavía conserva… Nosotros ese día solo encontramos la de mi padre como protagonista, que por cierto está bien guapo, y medio cuerpo mío a su lado.
De aquel verano, después de tantísimos años recuerdo mucho: que me enamoré de un francés que usaba zuecos; que la vida me dio otra oportunidad ya que estuve a punto de ahogarme pero el mar, benévolo conmigo, después de muchas volteretas me escupió de nuevo a la vida; la sensación de tristeza que traía de vuelta al saber que no vería más a aquel chico tan bello y sin una sola foto para el recuerdo mientras sonaba en el coche Albert Hammond y, cómo no, la foto de mi padre que al mirarla ahora me devuelve toda la complicidad que siempre tuvimos.
Así que, disfruta del verano y ¡atento! porque siempre te puede sorprender con una instantánea inolvidable.