La música española le devuelve el homenaje a Sonorama
Bunbury convence y demuestra que su música sigue siendo intergeneracional
Aranda de Duero
Sonorama comenzaba este jueves donde lo dejó el año pasado: en la apuesta por la música española, que demostró también en la jornada de ayer que hay valores seguros que no defraudan ni cuando presentan sus nuevos trabajos ni cuando recuerdan sus temas míticos, aunque tampoco hay que generalizar.
La tarde todavía tenía mucha luz cuando llegó el momento de escuchar una de las últimas incorporaciones a las propuestas estrella del cartel de este año, Diego El Cigala, que era la apuesta excéntrica que cada año se espera ya de Sonorama y que suele consistir en proponerle a su público un concierto o un artista que no entraría dentro de la órbita que se supone que escucha en bucle uno de sus seguidores. Y el público, que en Sonorama es exigente, pero curioso y abierto, y que tuvo que esperar una media hora sobre el horario previsto para ver aparecer al Cigala sobre el escenario acogió sus Lágrimas Negras acompañándole en estribillos y en bailes, aunque en absoluto fue lo mejor de la noche ni mucho menos el que más conectó con el público, que esperaba más de este concierto.
Todo lo contrario de lo que ocurrió en el espectacular concierto de Bunbury, defendiendo sus nuevos temas y con un par de guiños a los seguidores de Héroes del Silencio, aunque fue un genuino Mikel Erentxun quien mayor ración de nostalgia aportó a la noche con varios clásicos de Duncan Dhu y poniendo con la delicadeza y los matices de su voz el contraste a la contundente propuesta de Bunbury que le había precedido.
A pesar de algún comentario de acusaba de que no era el mejor momento para su concierto, Rozalén también convenció y se ganó al público. Artista con un ascenso meteórico en los últimos años que no solo ha conseguido colarse en un festival de gran formato si no que lo ha hecho por la puerta grande, llenando con sus temas más conocidos el escenario principal.
La noche continuó con el aplomo de Elefantes sobre el escenario que no dudaron en ofrecer su versión del Te quiero de Perales, uno de los temas más coreados de la jornada. La fiesta se subió al escenario de la mano de La Pegatina que hizo bailar como nadie al público que cantaba sus pegadizas melodías y que recordó que el hijo de Mari Carmen sigue en el after hours y que lloverá y yo veré. Los que no pudieron evitar subirse al escenario con ellos fuero Rozalén y El niño de la Hipoteca que deleitaron una vez más a los asistentes con su “bueno rollo” y camaradería, dejando claro que el cartel de Sonorama más que una relación de nombres es un grupo de amigos que disfrutan de su trabajo.
La pegatina supuso el momento de dejar al festival para un gran número de gente que pudo salir de allí por varios lugares destinados para ello, entre los que destaca la pasarela del Montecillo que acortó el camino de aquellos que se retiraban a descansar en el camping. Dentro del recinto aún quedaron los que disfrutaron de grandes nombres como Lagartija Nick o Amatria además de los djs que llenaron la fiesta de los más trasnochadores.
El escenario de humor Ron Negrita también fue un lugar clave para aquellos que buscaban una alternativa diferente e innovadora y que en varias ocasiones como en el concierto de El niño de la Hipoteca se llenó hasta la bandera.