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Celta de Vigo

Toni Mohamed: Cholo en casa 2

El técnico plasma su obra contra su admirado Simeone

Toni Mohamed dando indicaciones a la defensa / Salvador Sas EFE

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Si el otro día analizábamos la capacidad de Toni Mohamed para cambiar el chip al Celta y lograr, en fases de los partidos, “cholinizar” a su equipo tan acostumbrado al tiki-taka, ayer tiene muchos motivos para estar contento. Su Celta volteó al Atlético de Madrid y le ganó la partida mimetizándose en el campo, en muchos momentos, con el equipo de Simeone. El Cholo esperaba a un Celta llevando la iniciativa, lanzándose hacia arriba con su chip de siempre. Quería ver el técnico colchonero a los dos laterales celestes viviendo en campo contrario, en el riesgo y el alambre; pero se los encontró tranquilos, ordenados, sin ansiedad y esperando dar el zarpazo. Si subía el lateral había coberturas. El Atlético traía el guión del documental de La 2: era la manada de leones esperando sentados en la hierba mientras hacen la selección natural de su víctima propiciatoria. Pero se topó con una versión celeste, como la segunda equipación del Atlético que, por razones obvias, no pudo lucir en Balaídos. Mohamed obsesionó a su defensa y a su equipo de que el Atlético de Madrid no podía correr, no podía contragolpear. Y así fue. Solamente las pérdidas absurdas de un Lobotka que todavía estaba pensando en si París bien valía una misa o 50 kilos, provocaron un par de contras Zero pero menos suicidas que el año pasado porque la línea de atrás estaba armada.

Mohamed planteó su alineación con 5 defensas que se convierte en línea de 4 si Hugo se va al ataque. Defensa sólida, rocosa, solvente, sin estridencias, sin riesgos innecesarios, contundente por arriba y por abajo y teniendo claro que a la mínima el rival te mata. No concedió el Celta ni un tiro a puerta. Sergio no estaba más tranquilo desde el Desembarco Vikingo de Catoira. El Celta se “cholinizó” en tener la paciencia cuando el partido iba 0-0 o cuando, mediada la primera parte, parecía que ninguno de los dos equipos quería llevar la iniciativa. No tuvo reparos en no ser protagonista del balón. Incluso se lo dejó al rival. Cambió el chip Mohamed también en esperar, en ser los leones tumbados en la Sabana; esperar a la gacela débil y atacar. Y así fue en el resbalón de Godín que un hambriento Maxi convirtió en presa. Y el Celta supo no volverse loco. Iba ganando 1-0 a un equipo que tenía en el banquillo casi 200 millones de euros si contamos el valor de Martins que decidirá un juez. Mohamed les pidió calma a los suyos, mayor concentración en el balón parado defensivo y buscar ataques relámpago para cazar al Atlético. Y así fue, otra buena jugada del Celta y llegó el zarpazo letal del Príncipe de las Bateas. 2-0. Pero había que seguir y ahora todo pasaba porque el tiempo corriese lo más rápido posible. La cholinización también consiste en no dejarse llevar por la euforia de un 2-0 y pensar que ya está hecho o que se le puede golear. El Celta supo replegarse, contener y esperar sus oportunidades. Otra de las cosas que cambió Mohamed a su equipo es que falta desde tres cuartos para adelante se centra todo al área. Hay que aprovechar la estatura de un equipo que tiene a Roncaglia, Cabral, Araújo, Júnior Alonso o Maxi. Y en esa falta también estaba Okay en el terreno de juego. Y llega la jugada de la falta lateral alejada. Sale Mohamed del banquillo y le dice a los centrales que suban a rematar. Esa falta que el año pasado se sacaría a la corta para iniciar el juego elaborativo con paredes cortas de lado a lado y en horizontal. Mohamed le pidió a Mallo que sacase una falta en los primeros minutos de partido y a punto estuvo de marcar Roncaglia. En esta marcó Cabral pero entre el VAR y las tomas, se decidió que estaba en fuera de juego por un suspiro. En la cholinización o mohamedización del Celta la estrategia a balón parado también pasa a ser plato principal. Lo mismo que la semana pasada el Atlético ganaba al Rayo con un gol a balón parado. La altura de este Celta no es casual. Tenía una clara intención, defensiva y ofensiva.

Y al margen de los parecidos futbolísticos del Celta de Mohamed con el Atlético de su admirado Cholo Simeone, ayer se vivió un momento muy curioso que denota lo buen tipo y querido que es el técnico del Celta. El Cholo Simeone, muy poco dado a exteriorizar sus sentimientos o admiraciones en público, decidió darse una carrera para cruzar el campo y abrazar y besar a su muy buen amigo Mohamed. Era también un gesto de grandeza para desearle suerte en su llegada a Europa. El Cholo también sabe lo que cuesta adaptarse. A él le pasó cuando llegó a España desde Avellaneda; desde el Cilindro. Ese abrazo entre Cholo y Mohamed también fue metafórico y futbolístico en Balaídos. El Celta le ganó al Atlético a lo Atlético. No le dejó tirar ni una vez entre los tres palos. Mohamed lleva 7 puntos de 9. Los 42 están más cerca y luego a soñar. Lo primero que está claro es que “la actitud no se negocia”.

 
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