La catarsis de Farruquito pone en pie al Teatro de la Maestranza
Apuesta por la simplicidad en su obra más personal con la imagen del Farruco como " punto y aparte"

Archivo fotográfico Bienal de Flamenco. Fotógrafo Oscar romero

Sevilla
De negro, Farruquito salía al escenario del Teatro de la Maestranza con una Soleá, interpretada al estilo de su abuelo, Farruco. A partir de ese momento, Farruquito , en una declaración de intenciones, bailaba una Soleá a su estilo, dejando claro su propio hacer. Cogía las riendas se este espectáculo creado sólo por Farruquito.
El bailaor sevillano ha invertido este año en crear su obra más personal. Un año donde ha convertido su hogar en fortaleza artística. Un año donde la misión era crear su espectáculo. Tanto, que hasta el nombre de la obra lo identifica: “Farrquito”. En la fila 8, ocupaba el asiento la madre de Farrquito, la Farruca,que jaleaba a su hijo y recordaba la “dinastía creada” por Farruco. Y mientras, las 1.800 butacas del Teatro de la Maestranza eran ocupadas por el delirio de los aficionados, con un derroche de aplausos.

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En su propuesta ha contado con su primo el Barullo y el Polito. Dos de sus pilares. Farruquito ha sido el creador de la música, de la coreografía y el que ha marcado los tiempos y ritmos. En el escenario,ha querido desprenderse de la bulla, del ruido. Esta vez no se ha dejado arropar por el clan familiar. Las riendas las ha llevado hasta el final.
En la hora y media de espectáculo, también ha habido momentos de improvisación, donde Farruquito bailaba con la sonrisa en la cara, disfrutando del golpe Ha mandado el arrebato. Destacar el Taranto zapateao o el baile sobre un cajón, a cargo del Polito. Otro momento fue el protagonizado por la jerezana Gema Moneo, bailando con Farruquito, los dos de blanco inmaculado.
En el cante dos mujeres habituales: Mari Vizárraga y María Mezle, además de Antonio Villar.
Y para el fin de fiesta, se ha contado con la aparición de Pitingo y Jorge Pardo. Al Cigala se le esperaba, pero falló. Farruquito terminó bailando sobre una mesa y el niño de farruquito puso punto y final a un espectáculo que arrancó sublime, perdió algo de fuelle y recuperó su ángel en la despedida.




