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José Saramago

José Saramago iluminó el mundo desde Lanzarote

Un grande del Siglo XX decidió venirse a Lanzarote, no por una fatalidad biológica, sino porque hizo una opción vital y dijo que "Lanzarote no es mi tierra, pero es tierra mía"

El célebre autor, entre los volcanes de su querida isla de Lanzarote / Fundación José Saramago

Lanzarote

Se cumplen cincuenta años de la Declaración Universal de los Deberes Humanos enunciada por José Saramago. También se cumplen veinte años de la concesión del Premio Nobel de las Letras al escritor portugués que vivió y murió en Lanzarote. De hecho, a finales de octubre se publicará el último Cuaderno de Lanzarote que aborda la época en la que José Saramago recibió el Premio Nobel de las Letras. En la cocina de ‘A Casa’, en Tías, la que fue su casa, nos recibe Pilar del Río, su compañera de vida y de proyecto. Antes de empezar la entrevista Pilar añade un poco de agua fría al café americano. Este es uno de los pocos días en los que no funciona la máquina de café portugués. Ese café al que invitan habitualmente a los cientos de lectores que todavía hoy visitan cada día su casa en busca de la verdad que dijo el maestro.

Sobre la mesa de la cocina por la que han pasado grandes personalidades de la cultura y la política, permanecen las quemaduras de los cigarrillos de Santiago Carrillo. Allí compartió muchas veces tertulia con otros políticos, artistas y escritores de medio mundo en la isla de Lanzarote. Entre ellos, Juan Goitisolo, José Luis Sampedro, Eduardo Galeano, Marisa Paredes, Pedro Almodóvar, Mario Suárez, Baltasar Garzón o Martín Pallín. A la isla de los volcanes llegó Saramago a principios de los noventa por una suma de casualidades, tras el acto de censura del gobierno portugués sobre su Evangelio Según Jesucristo. Tal vez acabaron en Lanzarote por el silencio que la inunda. O por el paisaje árido que permite no distraerse. O porque de alguna manera todos somos islas. O porque desde Lanzarote se escuchan mejor los gritos de África y de América Latina.

ENTREVISTA A PILAR DEL RÍO: "Una persona que su único objetivo es llegar al final del día y tiene resuelto sus problemas vitales se va a dormir tranquilamente"

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Pilar, se edita el último Cuaderno de Lanzarote que recoge las anotaciones de Saramago en la época de la concesión del Premio Nobel, hace ahora veinte años, ¿qué pasó hace veinte años en esta misma cocina?

Yo estaba ahí, en esa esquina, cuando sonó el teléfono. Querían hablar con José Saramago. No estaba, porque estaba en Frankfurt, en una mesa redonda sobre qué significaba ser escritor y comunista en aquellos tiempos. Así que hablaron conmigo. ¿Qué ocurrió a continuación? Lo resumió muy bien un gran intelectual portugués que ya lamentablemente ha muerto, en un discurso que hizo en Oporto. Dijo una frase que vamos a utilizar este año para conmemorar el aniversario: “Un país levantado en alegría”. Portugal se levantó en alegría, pero también el país de la literatura. Los testimonios los hemos recogido y los iremos presentando poco a poco. Hace veinte años aquí vivimos la vorágine que fueron aquellos días del Nobel a José Saramago.

¿Qué contenido recoge este último Cuaderno de Lanzarote?

Todo el año 1998 de forma más o menos profusa y de forma muy muy contenida a partir del 8 de octubre de los días del Nobel. Ahí se emplea menos, porque las circunstancias de su vida cambiaron. Los viajes y las solicitaciones le impidieron escribir lo que seguramente hubiera querido. De todas maneras, hay reflexiones que son interesantes de leer. Hay algunos guiños que, sobre todo para los periodistas, son extraordinarios y nos van a emocionar. Porque Saramago a lo largo de un día llegó a dar doce entrevistas y dejaba anotados los nombres de todos los periodistas. Cosa que no es habitual. Normalmente los entrevistados ignoran a quien entrevistan pero en el caso de Saramago, tomaba nota del nombre y lo dejó constar en su diario.

Decía José Saramago que escribir es un trabajo, que no tiene tanto con ver con la inspiración, ¿cómo se organizaba él ese trabajo?

Primero le surgía una idea que normalmente era fuerte e inverosímil, como por ejemplo, que la península Ibérica se desprenda de Europa por los Pirineos (en la Balsa de Piedra), o que toda la gente deje de ver (en Ensayo sobre la Ceguera), o que haya un movimiento de lucidez entre los jóvenes y tomen la responsabilidad de su país (en Ensayo sobre la Lucidez), o que Fernando Pessoa vuelva de la tumba para hablar con su heterónimo (en el Año de la Muerte de Ricardo Reis)… o que la muerte deje de matar (en Intermitencias de la Muerte). En definitiva, José Saramago siempre partía de una idea fuerte e inverosímil que se convierte en verosímil por la fuerza de la literatura. Por cómo responde a las exigencias narrativas llega un momento en que nos parece de lo más normal que la península ibérica navegue hacia América Latina y se quede fijada en un punto intermedio, como un puente entre tres continentes. ¿Y por qué nos parece eso verosímil? Porque es un gran escritor.

Vamos a Lanzarote, ¿qué significa Lanzarote en la vida de José Saramago?, ¿en la isla hay conciencia de lo mucho que significa José Saramago para Lanzarote?

José Saramago vino aquí por una casualidad, para ver a mi hermana y a mi cuñado, que estaban aquí. Y decidió quedarse. Construyó su casa, construyó parte de su obra, decidió morir aquí y eso es lo único que importa. Vivió los últimos veinticinco años de su vida en Lanzarote. Bueno, los últimos años de su vida ya no estaba con nosotros pero sigue viviendo. Lo que signifique para los demás es un problema de los demás, en el cual, no entro. Yo sé que un grande del Siglo XX decidió venirse a Lanzarote no por una fatalidad biológica, sino porque hizo una opción vital y dijo: “Lanzarote no es mi tierra, pero es tierra mía”.

Hay 15.000 libros en la biblioteca de José y Pilar en esta casa, ¿qué significa esta biblioteca?

La inteligencia y la sensibilidad de muchas personas a lo largo de la historia. Las mentes poco habituadas a pensar, o dirigidas, entienden que cuando un escritor escribe es porque tiene afán de notoriedad. Y no se paran a entender que tiene una urgencia de comunicación que le lleva a abrirse y desgarrarse completamente. Pero es muy difícil poder entender a Tolstoi o a Kafka o a los grandes maestros de la literatura. Esos grandes maestros están allí, descarnados, esperándonos. Una biblioteca es una casa llena de vida. Por supuesto, en una biblioteca, -y en la biblioteca de mi casa-, hay muchísima más vida que en la mayoría de las casas que simplemente se están dejando vivir, sin interesarse por quienes son ellos. Ni por quiénes son los demás, sin ninguna generosidad. Las casas donde no hay generosidad son casas muertas.

Aquí, en esta casa, en esta misma cocina, han estado grandes personalidades de la cultura y la política. Pero al mismo tiempo y con el mismo trato personas anónimas que pasaban y pasan por A Casa buscando al escritor que les habla con tanta ternura y lucidez, ¿quién ha estado en esta casa?

Pues sería incapaz de decir la lista. Tendría que empezar, por supuesto, por las personas anónimas… ayer veía una foto de un señor de Extremadura que pasó por aquí. Comenzamos a hablar porque estaba mirando en la puerta, y acabó resultando un experto en partir jamón. Nos enseñó a partir jamón (risas). Han entrado lectores, han entrado artistas, han entrado personas que para salir adelante necesitaban comunicarse con alguien que les diera un empujón. Poetas, artistas, escultores, pintores… muchísimos profesores. Luego muchos activistas de la paz y de los Derechos Humanos, de América del Norte y del Sur. En aquella época mi casa era una sede de tercera instancia. Cuando los conflictos no se resolvían en primera instancia o en segunda instancia, acababan en casa de José Saramago. Tampoco se resolvían, pero por lo menos se hacía ruido.

Te he oído varias veces decir que a la hora de traducir a Saramago estabas en un estado de emoción permanente, ¿cómo es ponerse a traducir una obra como esta?, ¿se pierde o se gana algo en el camino de la traducción?

Se pierde mucho. Se pierde el ritmo, la música, la armonía del idioma original. No es normal que a un gran autor lo traduzca otro gran autor, en líneas generales los grandes autores se tienen que conformar con traductores. Con traductoras, porque es una profesión muy feminizada. Es una profesión de consagración a la obra de otro, no a la propia obra, y ahí andamos. Tratando de luchar para traicionar lo menos posible. Sabiendo que lo que nosotros oímos, no lo vamos a conseguir pasar a nuestro idioma. Imposible.

Como lector, para mí hay dos características que definen la literatura de Saramago. Una es la ternura, el cariño… yo he tenido la sensación de que mientras te habla te está queriendo…

Es increíble porque a mí eso me pasó. Yo no conocía a Saramago y lo estaba leyendo y decía… ¡pero este hombre me está respetando, me está tratando como una igual!. Para mí fue absolutamente sorprendente. Luego cuando lo encontré y vi que era igual, me quedé perpleja. El escritor y el ser humano eran lo mismo, eran idénticos.

Y la otra característica para mí es la lucidez… que la lucidez puede ser un Don, pero también es un castigo, ¿Saramago sufría mucho?

Claro. Una persona cuyo único objetivo es llegar al final del día, tomarse una cerveza, y que tiene resueltos sus problemas vitales, en líneas generales, no se plantea ninguna otra cuestión. Se va a dormir y a roncar. Va a tener los miedos propios que tenemos todos, que nos vamos a enfermar y nos vamos a morir. Si una persona es lúcida y está viendo el sufrimiento de la persona y entiende la muerte de la persona de al lado como una muerte propia, y entiende el hambre de la persona de al lado como su propio desgarro… y observa cómo llegamos antes a Marte que a nuestro propio semejante, pues claro que es una fuente de frustración y de tristeza muy grande. Yo no sé cómo quienes tienen esta capacidad para pensar así no se están suicidando todo el día. Porque realmente es insoportable.

La conciencia del deber es una consecuencia de la lucidez, ¿hemos avanzado algo en los Deberes Humanos?

Estamos trabajando, como Fundación, con la Universidad Nacional de México. Ya se ha redactado una Declaración Universal de Deberes Humanos que hemos entregado en Naciones Unidas. Porque creemos que después de cincuenta años, que es cuando lo enunció José Saramago, los gobiernos no han cumplido con su obligación. Como no cabría esperar que los gobiernos cumplieran en el tiempo futuro, José Saramago se convocó a sí mismo y a los ciudadanos al deber de nuestros deberes. Pero además, hay derechos que hace setenta años no formaban parte de la agenda. Veníamos de una Guerra Mundial, de una situación muy difícil. Ni el deber de cuidado ni el de respeto del medio ambiente, ni el de respeto por los animales… no figuran. Como no se quiere tocar y sería horrible que se tocara la Declaración Universal de los Derechos Humanos, lo que tenemos es que añadir aquello que, en la evolución del pensamiento, hemos entendido que nos es propio y necesario. Estos deberes que tenemos, el deber de cuidado con el planeta, con el universo y con nosotros, concretado en diversos artículos y juntando los derechos y los deberes. Esto finalmente compondrá una Carta Magna. El siguiente paso es que eso esté en las escuelas, y lo tiene que entender todo el mundo. 

Por esto y por la lucidez, José Saramago vivía desasosegado, ¿qué es escribir para desasosegar?

Escribir Ensayo sobre la Ceguera. 

¿Se puede entender Ensayo sobre la Ceguera sin haber leído Ensayo sobre la Lucidez?

Si. Se puede leer Ensayo sobre la Lucidez sin haber leído Ensayo sobre la Ceguera. Somos ciegos que viendo, no vemos, pero de repente hay un grupo de gente, -en líneas generales jóvenes-, que dicen que sí podemos, que sí se ve. Salen a la calle y consiguen que el gobierno salga por pies con los tres partidos que le sostienen, que son el partido de la derecha (PDD), el partido de la izquierda (PDI), y el partido del medio (PDM), que es el más divertido de todos.

¿Siguen quedando necios que te llamen presidente, en lugar de presidenta (de la Fundación José Saramago)?

En portugués van un poco atrás. Hay una mujer maravillosa que se llamaba Lourdes Pintasilgo, que fue la primera mujer que accedió a la Jefatura de Gobierno. Un día me dijo que no había conseguido que en su vida la llamaran Primera Ministra, siempre la llamaron Ministro. Hoy es ya normal decirle Ministras a las mujeres y pasará lo mismo con las presidencias. Van a intentar que no haya mujeres en las presidencias, y si hay mujeres, que sean mujeres serviles, que no sean autónomas. Pero en español lo tienen perdido y en muchos otros idiomas lo van a tener perdido también. Porque somos beligerantes, no vamos a aceptar. La sumisión no va a existir en las relaciones humanas y si alguien tiene que ser sumiso, van a ser los hombres. Nunca más una mujer sumisa.

No existía la palabra presidenta porque no existía la función…

Al final me he dado cuenta de que sí existe la palabra en los diccionarios… pone, presidenta: mujer del presidente (risas). Es verdad, lo pone.

¿Cuál es la cosa que más te indigna hoy?

La miseria moral. La miseria moral. Hay míseros morales. Personas que desde su pequeñez o su entorno imponen reglas, modos, religiones… te imponen que lleves la cabeza cubierta, que vivas de determinada manera, que tengas tantos hijos o que vueles un edificio. La miseria moral sin duda.

La Fundación José Saramago edita la revista literaria Blimunda, ¿siguen siendo necesarias las revistas literarias?

Creo que es necesaria la literatura. Sin la literatura no se podría vivir, aun cuando los gobiernos legales y democráticos hacen todo lo posible para que no se lea, suprimiendo las asignaturas de letras de los bachilleres. En todas partes. A pesar de que el poder pretende que no se lea, te inundan y tienen tentáculos para provocar otras formas de relación. La literatura es necesaria y también las revistas literarias que te ayudan a reflexionar y a relacionar unos libros con otros y unos autores con otros. Cualquier persona que haya leído la Blimunda va a leer por ejemplo la despedida a Carlos Fuentes, que no la habría leído en otro sitio. O va a leer la crítica de un gran escritor, Tomás Eloy, a un libro que publica García Márquez. Una revista es eso, describe y abre el camino para que puedas leer Cien años de Soledad o la Región más Transparente.

He traído señaladas frases de algunas obras de Saramago, para que las comentes, por ejemplo, “dice la sabiduría popular que nunca se puede tener todo, y no le falta razón, el balance de las vidas humanas juega constantemente sobre lo ganado y sobre lo perdido. El problema está en la imposibilidad, igualmente humana, de que nos pongamos de acuerdo sobre los méritos relativos a lo que se debería perder y lo que se debería ganar. Por eso el mundo está en el estado que está”, esta cita es de El Hombre duplicado.

Es la dialéctica. Este libro me costó mucho trabajo traducirlo, porque tal vez sea el libro donde estén más presente la forma de estar masculina y menos la forma de estar femenina de todos los libros de José. Yo siempre digo que es un libro muy para hombres. A veces yo decía… eso lo decís los hombres y los ricos. No me vengas con estas disquisiciones porque es la hora de hacer la comida (risas) lo que hay que ganar y lo que hay que perder te lo voy a contar luego, después de hacer la sopa.

Otra cita, de Ensayo sobre la lucidez: “su crimen, señora, no fue asesinar a aquel hombre. Su gran crimen fue no haberse quedado ciega cuando todos éramos ciegos”…

Porque la lucidez es un crimen. En el sentido de que va a sufrirlo y lo va a pagar absolutamente. En un mundo de ciegos, las personas que ven, tienen una conciencia tan grande que viven al borde del abismo permanentemente. Si…, como decías antes, la lucidez es trágica y puede ser dramática. Y afortunadamente existen los tranquilizantes, porque si no, las personas lúcidas estarían dando la vuelta al mundo, pero corriendo todo el día.

Esto me recuerda a un momento muy divertido del documental José e Pilar (Miguel Gonçalves Mendes, 2010)… no se si divertido o tragicómico, en el que tú vas en el tren y dices que sí a los fármacos y a los antidepresivos, que hay que tomarlos…

Es que la sociedad es muy conservadora. Y mi círculo, sobre todo por el círculo portugués, es muy conservador y dicen que no se pueden tomar tranquilizantes, que no hay que tomar comprimidos… que hay que aguantar… te dicen… te tomas un agua, una leite… (risas) y yo decía que no, perdona. Hay seres humanos que llevan trabajando muchísimo tiempo para descubrir pastillas para quitarme el dolor, y yo a esa gente le respeto su trabajo. Me voy a tomar una ensalada de comprimidos. Yo tomo muchos comprimidos siempre que son necesarios.

La penúltima, “ahora, estando todos ciegos, parece fácil dar por mal empleado el dinero gastado, hay que tener paciencia, dar tiempo al tiempo (…) el destino tiene que dar muchos rodeos para llegar a cualquier parte”…, ésta es de Ensayo sobre la Ceguera.

En el fondo viene a decir que teniendo capacidad de solidaridad, no dejemos todo para el día de mañana. Que el día de hoy también es importante vivirlo pero desde la responsabilidad. Porque no podemos olvidar que Ensayo sobre la Ceguera viene porque no existe responsabilidad. La ética de la responsabilidad se ha perdido, entonces todo el mundo va a lo suyo en un mundo de ciegos, que viendo, no ven.

En el Viaje del Elefante se dice, “si había un toldo, había un comandante debajo, si había un comandante, tendría que haber un toldo para cubrirlo”…

(Risas) A Franco… fíjate que la primera vez que yo leí eso inmediatamente pensé en Franco bajo palio, yo no pensé en el Santísimo Sacramento… no, no, yo pensé en Franco bajo palio (risas) cada vez que veo a la Iglesia Católica con un palio, desde luego, miro por si acaso debajo esté Franco, y me temo que muchas veces va a estar.

¿Va a estar, no? Aunque no esté, está…

En la ermita del señor del Valle de los Caídos que lo reivindican ahora…

Dicen que Franco está en el Valle de los Caídos, pero está en más sitios, ¿no?

Si, en todas las personas que consideran que lo que hizo lo hizo bien. En los que piensan que no mató a un millón, mató solamente a treinta y tantos mil… y era porque tenían que morir. Esa gente que defiende que no se debe tener libertad porque la libertad es mala. Bueno, sí, los franquistas si tenían cierto respeto por la libertad. Te decían que podías ir a misa de doce o de una, y que podías elegir entre comprar el Patria o el Alcázar, ahí ya optabas, ¿no? (risas), pero quitando eso, éramos menores de edad y no podíamos elegir la estructura de relaciones que nos queríamos dar a nosotros mismos. De hecho nos lo dejó atado y bien atado.

La última pregunta es sobre la Caverna, háblame sobre éste libro de Saramago, donde se describe muy bien el estado del mundo actual.

La Caverna ahora mismo se reflejaría en la pantalla del televisor, o del móvil, así está ilustrada la portada de la última edición. La Caverna es la perversión a la que hemos llegado, descrita de forma evidentemente metafórica en el centro comercial, que es donde más feliz se es. Donde hay seguridad, donde está todo limpio y donde todo el mundo quiere vivir y que incluso haya un cementerio dentro del centro comercial. Y no salir. Y aquellas personas que no aceptan eso, salen fuera y están condenadas a la marginalidad. La marginalidad a la que están condenadas millones y millones de personas en el mundo, por otra parte. Ahí José describe a un alfarero elaborador del mundo desplazado por lo virtual, pero no significa que lo haya vencido. La Caverna tiene un final tremendo en el que se descubre la Caverna de Platón. Se va a hacer negocio con la Caverna de Platón, pero tiene otro final abierto. Hay otras formas civilizadoras que se quedan fuera del centro comercial, porque ellos se van. Tal vez ellos, desde fuera, estén construyendo otra sociedad.

Javi Rodríguez

Javi Rodríguez

(La Palma, 1991) Periodista vinculado a la Cadena SER en Canarias desde el año 2009, apasionado de los...

 
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