Entre pitos y flautas
Los pitos, como los aplausos, son la forma de la grada para mostrar su parecer sobre lo que se ve en el césped, pero pueden tener un efecto pernicioso
Soria
Les aseguro que mi última intención es ser cansino con un tema del que venimos hablando ya media semana, desde el pasado jueves. Creo que ayer en la Tertulia dimos suficiente cuenta sobre los manidos pitos que vivimos en el partido de Copa del Rey del Numancia ante el Sporting. Pero, sí, voy a ser cansino. Más que nada, para poner los puntos sobre las íes, contextualizarlo todo y que nadie se sienta ofendido y/o incomprendido. Pero lo seré brevemente, que no quiero aburrir
Empiezo por lo fundamental, lo básico: hay libertad para pitar, aplaudir, cantar, bailar, hacer piruetas, comer pipas, beber, dormir… Lo que quieran. Y si el equipo o un jugador hacen las cosas bien, mal o regular, el público tiene su derecho a expresarlo. Pero aun teniendo el derecho a hacerlo, lo que, a mi juicio carece de sentido, es hacerlo cuando no hay nada que juzgar, ni para bien ni para mal. Que a uno no le gusta el estilo de juego, en el que hay que recurrir al portero para mantener la posesión… Vale. Pero de entrada es lo que hay, el entrenador les dice que lo hagan así y así lo harán, al menos de momento, en tanto en cuanto sean esas las órdenes. Y, como ya dije el viernes, el pitar al portero o al central cuando tienen la pelota tan cerca del área propia, ¿no creen que es más perjudicial que beneficioso para tratar de hacerlo bien? Fíjense en el detalle de este domingo: cuando los centrales y portero rojillo movían la pelota en el inicio de la jugada, la grada sportinguista, repito, la grada sportinguista, pitaba, ¿y por qué, para qué? Para ponerl nerviosos a los futbolistas rojillos. ¿Ven por dónde quiero ir?
La apuesta, es verdad, es arriesgada. Sacar el balón al toque desde atrás, intentando evitar rifarla con el ‘patapúm p’arriba’ no es fácil. El portero debe convertirse en un líbero a la antigua usanza y la grada sufre durante esos instantes. Pero es la propuesta del entrenador, que tiene pocos visos de rectificar ese guion. Otra cosa es que unos u otros jugadores valgan más o menos para este sistema. Para mí Escassi es fundamental como pivote defensivo en ese inicio de jugada, aunque Kako Sanz me ha sorprendido muy positivamente en esa posición. Larrea lo intenta, pero creo que no es su mejor rol posible. La aparición de Dani Calvo, de descartado a titular, es interesante, porque tiene buena salida de balón y es una alternativa a tener en cuenta.
Siempre se ha dicho que las notas son a final de curso, la prueba la tuvimos el año pasado. Pero es que no ha transcurrido ni una octava parte de la competición como para sacar conclusiones definitivas en uno u otro sentido. Está claro que el equipo tiene que mejorar unas cosas, en la zona defensiva, y reafirmarse en otras, el ataque, eso lo ve cualquiera. Así que, como decía ayer Suso en la Tertulia, paciencia, calma, tranquilidad, aún queda mucho por delante y hay un notable margen de mejora, con tiempo de sobra para hacerlo. Por ejemplo, poniendo el foco en un jugador concreto: el portero Juan Carlos. En los primeros partidos, sin apenas intervenciones, era prejuzgado aun sin haber sido responsable de los goles encajados: “que si no daba seguridad, que si hay que fichar un portero, que si tal y que si cual”… ¿Y ahora? De un día para otro es un porterazo. Ante Elche y Sporting fue clave, pero ni antes tan malo ni ahora tan bueno.
En cualquier caso, aún con asignaturas pendientes, tan mal no lo estará haciendo el equipo. O tan mal no le está resultando al equipo este sistema, cuando sólo ha perdido un partido, y además en tiempo de prolongación (hablo sólo de la Liga). Cierto es también que con Córdoba y Cádiz quedó la sensación de haber podido ganar. Así que, otra vez, paciencia. Este domingo todos con el equipo, a ganar al Almería y así nos dejaremos de pitos y flautas.