El Maestranza se rinde ante una Yerbabuena "inmensa"

Sevilla

La siempre sublime, Eva Yerbabuena, ascendía noche, en la Bienal, un escalón más en una gloria flamenca de la que muchos podrían aprender. Eva Yerbabuena ha vivido una "inmersión" de la cultura japonesa que ha tenido su traducción en la creatividad de la bailaora. Ha traído a la Bienal nuevos conocimientos, con más formas de vivir y mirar. Para ello ha contado con la cantante Anna Sato, entre otros. Nos ha traído el sonido de Amami,, de las intérpretes de este estilo de la cultura de las islas Amami, al sur del Japón.

Un hermanamiento, que no fusión, según la artista, que ha puesto en pie a las 1.800 almas que ocupaban el Teatro de la Maestranza. A esto añadan un vestuario bellísimo y acorde, con una puesta en escena que el público ha agradecido con continuos aplausos. En ningún momento decayó la intensidad de la obra, gracias a una Eva Yerbabuena que estaba volcada en su proyecto.

El programa anuncia que será una Tararanta lo primero que oigan y vean los espectadores del Teatro de la Maestranza. Le seguía una nana japonesa. En total son 11 piezas, donde también hemos encontrado una alegría, una caña, una cartagenera o unos tangos. Todo ello tras ser pasado por el tamiz de la experiencia y de otra cultura tan diferente como la japonesa. La unión de japonesa Anna Sato y Eva Yerbabuena creaba otro concepto: una comunión entre dos culturas, dos estilos, dos almas, dos mujeres. Todo ello con el toque de Paco Jarana, las voces de Miguel Ortega y Alfredo Tejada. Añadan la colaboración de Fernando Bermúdez Gil , bailarín contemporáneo que se fundió con la bailaora.