Rodríguez, el decano de la corrupción

PALMA

José María Rodríguez tiene la edad de Donald Trump.

Con esto no quiero insinuar que Rodríguez deba ser nombrado presidente de Estados Unidos.

Pero sí que el señor de las tinieblas del PP se halla en el momento de recoger los frutos de su incansable labor de décadas en las calderas del partido.

Y por lo visto, los frutos de su abnegación son un banquillo en la Audiencia, donde se le acusa de contribuir a la falsificación de las elecciones.

Ayer mismo, el publicista del PP y corrupto confeso acusó a Rodríguez de corromperse pagando gastos del partido con fondos del Govern.

Juzgado por corrupción más allá de los setenta años, Rodríguez se convierte en el decano del género que ha ocupado la actualidad de Balears durante la última década.

Y recordemos que la corrupción no es un delito, sino la degeneración y degradación, de un partido en este caso.

Rodríguez siempre se había escabullido de los grandes procesos, y paseaba por el Parlament con las grabaciones del ‘caso Andratx’, para destacar que había quedado exonerado.

El veterano factótum del PP se creía vacunado, protegido por su fortuna de jugador.

De hecho, sus lágrimas políticas no se derramaron por la corrupción, sino ante Joan Fageda, porque pensaba que el alcalde de Palma no apreciaba sus desvelos.