Libres de culpa

Santa Cruz de Tenerife
El empresariado no está de acuerdo con que el Salario Mínimo Interprofesional suba a 900 euros. Faltaría más, para eso son empresas. El mantra de la maximización del beneficio a costa de lo que sea era evidente hasta la caricatura en los patrones de la Revolución Industrial. Hoy sólo ha desaparecido de su estética, no tanto de su naturaleza. Con honrosas excepciones, lo de distribuir la riqueza vía salarios no es precisamente su prioridad.
Importan a pies juntillas el viejo concepto. Con lo que no quieren cargar es con el estigma que trae consigo. Nadie está dispuesto a que le pongan cara de Scrooge. Ni de antihéroe de Dickens alguno.
En la búsqueda de un maquillaje cubriente que les disimule el rostro alargado y cetrino que se les atribuía a los avaros de antaño, han encontrado el tiempo. Descompuesto en la subcategoría de "momentos", lo emplean liberalmente con el apellido que corresponda. Hace una década, era "el momento de apretarse el cinturón". Hace dos años, las familias tenían que esperar que llegase "el momento de que la mejora macroeconómica se convirtiese en micro". Ahora, no es "el momento de subir los salarios". Aparentemente, entre macro y micro, se perdió "el momento de la justicia social". Y no es culpa de nadie.
No es que los empresarios no quieran pagar más. Es que no es el momento. Todo se debe a las circunstancias de los mercados. Como si los mercados fueran unas aves rapaces venidas del espacio exterior que esparcen sobre nosotros (y sobre los empresarios) plagas ineludibles e incurables.
Es muy propenso el ser humano y sus derivadas a eso de quedar libre de culpa. Repunta la llegada de migrantes y no estamos preparados. Pero nadie tiene la culpa de no haber actuado en origen. El Gobierno de Canarias no tiene la culpa de no tener dónde alojarlos. El Gobierno de España no tiene la culpa de que los cuarteles sean lugares inadecuados para ellos.
Por lo visto, la miseria no tiene más culpables que quienes la sufren.




