Cuatro días en patera sin comer ni beber para llegar a Lanzarote

Arrecife

Frente al mar que cruzaron ayer hay más de cien adolescentes en Lanzarote, en el albergue de La Santa, a la espera de una radiografía que mida el tamaño de sus huesos para certificar la edad que dicen tener. Allí cuentan que están bastante cómodos y bastante bien desde que llegaron a Lanzarote. Pisar tierra es un alivio que se refleja en sus caras.

A pesar de ser tan jóvenes, la vida les ha obligado a madurar. Son realistas y saben que el camino que tienen por delante es muy duro y difícil. Lo que más les inquieta es la incertidumbre de no saber qué pasará con ellos en las próximas semanas. Abdel, nombre supuesto, tiene 14 años. Sus padres están divorciados y viene de Fez, de un pueblo llamado Asfid. Se subió a la embarcación para llegar a Lanzarote junto a unos amigos que se han hecho cargo de él.

La duración media del viaje ha sido de unos cuatro días, aunque algunos gracias a la bonanza en tan solo un día llegaron a Lanzarote. Algunos reconocen que tenían mucho miedo al salir en la embarcación, aunque en su situación el miedo es un privilegio que difícilmente se pueden permitir. Hay unanimidad alrededor de la idea de que aquí están bien tratados y se sienten agradecidos por ello.

Ali, nombre supuesto, es el único que sabe un poco de inglés. Los padres de Alí están separados y su familia desestructurada. Tiene seis hermanos. Su madre murió y ha venido a Lanzarote para encontrar trabajo y poder ayudar a su padre y a sus seis hermanos. Alí, como otros, tuvo que pagar 600 euros para llegar a Lanzarote con otras 30 personas a bordo y en los cuatro días que duró el viaje no bebió y no comió, pasó la mayor parte del trayecto durmiendo y quién sabe si soñando con un futuro mejor. Algunos estaban estudiando allí y han salido en busca de futuro, en la edad crucial en la que nuestros jóvenes dejan el instituto para ir a la Universidad o entrar en el mundo laboral. Es el caso de Mustafá, nombre supuesto, con 16 años.

Aunque ninguno de los entrevistados emprendió el viaje por esto, algunos de ellos reconocen venir presionados por la posibilidad de ser sometidos al servicio militar obligatorio para los jóvenes marroquíes. Afecta tanto a hombres como mujeres de edades comprendidas entre los 19 y los 25 años. E incluso se contempla una pena de 6 años de cárcel para los jóvenes que traten de escapar a esta nueva obligación.

De otra parte están los vecinos de la Santa, un pueblo pequeño, todos conscientes de la presencia de los menores por sus calles. Hay que recordar que estos menores no acompañados no han cometido ningún delito y por lo tanto, están protegidos pero en régimen abierto, por lo que es habitual verles pasear por el pueblo acompañados por monitores del albergue.