No es por insistir
Santa Cruz de Tenerife
El PP debería poner en remojo unos días cualquier propuesta que se les ocurra sobre la rebaja del IGIC. Antes de hacerla, me refiero. Y vigilarla estrechamente, a ver cómo empapa. Porque cada vez que Antona habla del tema, sube el pan. Casi literalmente.
Lo del IGIC (“social”, dice él) en determinados alimentos es para nota. Lo dice todo. Que el pan, el aceite y la pasta tengan un tipo cero. A ver. El pan ya tiene un tipo cero, oiga. Y el aceite, un tipo reducido.
Y en cuanto a lo de incluir la pasta... No sé ni por dónde empezar. ¿En serio? ¿A estas alturas? Parece evidente que el PP no ha salido de la teoría decimonónica que confundía caridad con justicia social.
Aquellos tiempos en los que las damas de la alta sociedad organizaban cenas de faisán y caviar servidos en bandejas de plata para conseguir fondos para ayudar a los desfavorecidos. Sus ilustres invitados se atracaban de exquisiteces con el loable propósito de transformar la recaudación en harina, arroz, sémola y esas cosas... Comida de pobres, vaya.
Igual Antona y los suyos no han caído. Pero Canarias sigue a la cabeza en índices de obesidad y diabetes precisamente porque la pobreza de sus habitantes conduce a una alimentación muy basada en los hidratos de carbono. Tradicionalmente, la papa. Hoy en día, pan, pasta, etc... ¿Les suena?
La ninguneada justicia social tiene la mala costumbre de reflejarse en todo. En Canadá, el paradigma del bienestar occidental, están exentos de gravamen la fruta, la verdura, los lácteos, la carne, el pescado, los huevos, los cereales de desayuno sin azúcar... Y pagan como el que más la bollería, los refrescos, los snacks salados y por supuesto, el alcohol...
Queda clara la diferencia entre justicia social y caridad, ¿no? Pues eso.
