Manual para entender al rebelde y comprometido Thom Mayne
El arquitecto norteamericano quiere que sus obras dejen un legado en las ciudades y estén hechas para las personas
Vigo
El 5 de noviembre algo cambiará en Vigo. Es el día señalado, el día que arranca la obra de Thom Mayne en la Estación de Urzaiz y la ciudad, por fin, podrá presumir de contar con un proyecto arquitectónico que lleve la firma de un Premio Pritzker.
Hubo varios intentos que nunca llegaron a cuajar y otros que se quedaron por el camino que transcurre entre las ideas y las administraciones. Lo más próximo que estuvo la ciudad de Vigo de un Premio Pritzker lo encontramos en el Museo del mar, a través de la figura del reconocido Aldo Rossi. El arquitecto italiano se encargó de un anteproyecto que se estancó con el paso de los años y vio como, desgraciadamente, en ese farragoso proceso, fallecía el propio Rossi. En 1999, Zona Franca decide reactivar el proyecto y se lo encargó a César Portela, colaborador y amigo del italiano. Portela mantuvo la esencia y el espíritu de aquel genial proyecto del Pritzker de 1990, pero la firma es suya y las modificaciones también. Pero esto va a cambiar con el Centro Vialia-Estación de Vigo, nombre que definirá al proyecto del premio Pritzker de 2005, Thom Mayne, tal y como recoge el convenio firmado por ADIF, Concello de Vigo y Xunta de Galicia. Un proyecto que ha tenido que superar numerosos avatares, espirales, laberintos, crisis económicas, concursos desiertos, cambios de Gobierno y alteraciones en su tamaño. Pero aquella idea que puso encima de la mesa hace muchísimos años el alcalde de Vigo, Abel Caballero, está muy cerca de ser una realidad.
Las cifras hablan de 150 millones de euros de inversión de Immochan, 43.000 metros cuadrados de superficie comercial, 25.000 metros cuadrados de gran plaza, un aparcamiento con 1.600 plazas y la creación de 1.500 puestos directos, 500 indirectos y 900 más durante el procesode obras. El plazo de ejecución es de 54 meses que ya empezaron a contar desde la firma del acuerdo, y el plazo de explotación, de 50 años a partir de la firma. Pero más allá de las cifras, hay un llamativo proyecto de un genio de la arquitectura que, en si mismo, es ya todo un personaje. A Thom Mayne se le ha definido como el Bad Boy de la arquitectura americana, el Enfant Terrible. Se le ha dicho que era un outsider, rebelde, contestatario, comprometido, original, poco amigo de las influencias, buscador de nuevas formas, arriesgado, vanguardista, ideólogo de la contracultura e incluso con un punto de irreverente y revolucionario. De su arquitectura se ha dicho y escrito que es innovadora, diferente, no tradicional, multidisciplinar, sostenible, integradora, social, con retorno y beneficio y, sobre todo muy enfocada para las personas. Y, pese a todos estos y otros muchos calificativos que definen perfectamente su personalidad, aquel niño que por el divorcio de sus padres deja su Waterbury natal con 10 años para irse con su madre a California, nunca pensó que su forma de ser iba a marcar tanto su destino.
Thom Mayne es rebelde porque cuando acaba la carrera empieza a dar clase en Pomona y le despiden por contestatario, por cuestionar el sistema educativo que allí se aplicaba y manifestar abiertamente sus discrepancias. Es también arriesgado porque, en cuanto fue despedido, decide fundar el Instituto de Arquitectura del Sur de California (SCIA) que todavía sigue abierto. Es diferente porque muchísimos de sus alumnos e, incluso, profesores de Pomona deciden abandonar su centro para irse con Mayne a SCIA. Es un outsider porque Thom Mayne aseguraba que daba clase por pasión y no por dinero. Tanto es así que el mismo reconoce que lo que ganaba en aquellos primeros años no le daba casi para pagar el alquiler.
El norteamericano es también un hombre comprometido porque considera que la arquitectura tiene que tener un retorno social en cada una de las obras que realiza. Además es poco amigo de las influencias porque rechazó copiar o beber directamente en los años 70 de la arquitectura asiática o del modernismo europeo imperante. No le gusta copiar, quiere ser original y de ahí que solo reconozca su admiración por Venturi y Aldo Rossi. Mayne es también un ideólogo de la contracultura porque dijo “no” a muchos trabajos en los que no creía porque considera que la arquitectura es un arte y que no es nunca, desde su punto de vista, un negocio.Ese mismo arte que mamó desde pequeño en su casa con su madre pianista y que le llevó a ser una persona con una gran inquietud por el arte en sus diferentes manifestaciones. El arquitecto es también un buscador de nuevas formes porque, como reconoce en sus múltiples charlas que hemos consultado, “si hay algo consistente en mi carrera es que siempre me han dicho que no podría y yo asumo esos riesgos”. Un vanguardista que dice que cayó en Los Ángeles porque es “la ciudad perfecta y única para la experimentación por su aperturismo y mentalidad”.
El arquitecto que firmará la obra de la Estación de Urzaiz tiene muchas obras relevantes. Prueba de ello es que, ya a los dos años de fundar Morphosis, consigue, junto a Michael Rotondy, su primer premio con el Centro de Investigación para le Educación Sequoyah. El norteamericano asegura que aquel Premio de Arquitectura Progresiva les dio a conocer y fue clave para que empezase a llamarles. Pero, sin duda, la obra más relevante con la que consigue el famoso Pritzker en 2005 es el Caltrans Discritc 7 Headquarters. Se trata del cuartel general de la compañía de autobuses de California (Caltrans). Un proyecto que tiene mucha esencia de lo que se va a poder disfrutar en Vigo. En el Caltrans 7, Mayne integra los edificios y hace que se conviertan en una gran plaza pública donde el peatón pasa a ser protagonista también integrándose en un gran espacio público a travésde un original vestíbulo que estáen el exterior. Es un conjunto que enriquece a la ciudad y busca el beneficio de la gente con el diseño de grandes espacios abiertos en los que predominan tanto la luz solar como las luces de neón que buscan el efecto de los destellos de los coches en las múltiples autopistas angelinas. Por supuesto, en el Caltrans 7 tampoco falta la doble piel del edificio que tanto caracteriza al arquitecto.
En el caso del proyecto Centro Vialia-Estación de Vigo se plasma a la perfección la esencia más pura que caracteriza la personalidad, el talento y la arquitectura de Mayne. Si empezamos viendo la definición del proyecto que presenta Morphosis en su propia web, habla de una estación y una plaza pública, en la que, según el autor, transforma “una estación de ferrocarril local en un vigorizante y cosmopolita centro integrado de infraestructuras, con un espacio público”. El arquitecto se lo toma como un reto, al encontrarsecon un enclave singular y complejo en el que existe, un desnivel de 17 metros, con un área residencial en Vía Norte y, por el otro, la autopista de salida de la ciudad. Este reto, que le otorga complejidad al proyecto, atrae al arquitecto porque consigue convertir un problema en una solución al mismo nivel a través de su arquitectura. Para Mayne “un edificio no se puede ver como algo autónomo sino como algo intrínsecamente conectado a la ciudad y que hay que involucrar a los edificios en el tejido público de la ciudad”. Esas alusiones tan habituales a lo público tienen un fin social y humano que han marcado su trayectoria. Un claro ejemplo fue el diseño de la Villa Olímpica de Nueva York 2012, que al final no se llevó a cabo por razones obvias. Mayne planteabaen ese proyecto no ejecutado una zona verde de 18 hectáreas, ya que pretendía dejar un legado a la ciudad más allá de los Juegos Olímpicos: la segunda zona verde más grande de Nueva York. Mayne siempre quiere que algo quede para esa ciudad, pero sobre todo para la gente. De ahí también que proponga, justo encima del Centro Vialia, a la altura de Vía Norte, una gran plaza pública de 25.000 metros cuadrados que integrará está calle con la estación y a estaconsu entorno. Sostiene el arquitecto que produce “espacios que alojan actividad humana”, por eso lo que le interesa “no es el estilo del espacio sino su relación, ya que allí se realiza actividad humana”. Este será otro legado del proyecto Mayne, un gran mirador que gana la ciudad, una gran zona de esparcimiento en pleno centro, en donde no había nada y por la que poca gente pasaba. El proyecto no es una estación de tren o un gran centro comercial; Mayne lo entiende como un sitio para los vigueses, para las personas, no pensado para los trenes, coches o autobuses.
Pero el proyecto no se queda ahí. En el interior del centro, el arquitecto propone un gran patio interior que vertebra todas la comunicaciones de las personas y, ese gran vestíbulo es, en sí mismo, otra gran plaza interior porque lo importante no es el edificio sino las relaciones que tienen lugar allí. Por otra parte, el proyecto contemplala estructura del edificio y parte de su cubierta transparente porque, como reflexiona sobre su arquitectura, “en los entornos urbanos hay que promover la transparencia porque porque una imagen puede estar más cerca de hablar del uso de la luz”. Mayne considera a la luz como si fuese un material de construcción más; de ahí que también en Vigo haya una apuesta por las grandes cristaleras que, además, permiten relacionar entre sí la gran plaza exterior con la gran plaza interior que es el vestíbulo. Cuando se habla de la luz como un material de construcción más, en Vialia también habrá luces estriadas en la parte de la fachada que da a la autopista, algo que recuerda al Caltrans 7 y aquel efecto que emulaba los destellos de los coches en las autopistas. Esa fachada precisamente es la que da a la AP-9. Esas grandes partes transparentes del edificio aportarán luz y Mayne buscará también aplicar su teoría de que “en todo edificio transparente, se puede comprender más claramente cual es su proceso real de construcción”. El arquitecto pretende hacer un edificio muy abierto porque siempre quiere “construir realidades”.
Por supuesto, en Vigo tampoco podría faltar la doble piel tan suya: la estación tendrá una fachada muy dinámica con una malla metálica que ocultará buena parte de la fachada norte y que permitirá el acceso desde la calle. Esa doble piel sostiene Mayne que es importante porque “si vemos los edificios, lo que vemos es la fachada, eso es el edificio; y de repente nos alejamos de eso y estamos separando la piel del cuerpo y eso nos lleva a un criterio más amplio de rendimiento”. El arte y su idea tan definida de la arquitectura basada en la multiplicidad de fuerzas, se verá también en Vigo con esa estructura. En una ciudad marinera, esta tendrá la forma de un barco atracado de proa en pleno centro de la ciudad, pero viendo hacia su hábitat natural que, en este caso, sería la ría de Vigo. Mayne dijo que el arte cambió su forma de pensar y comprendió que “un edificio tiene que ser realmente una expansión de la superficie de la tierra y que se conecte con ella de manera diferente”. En esa idea del barco se puede ver también implícita su teoría de la arquitectura como “una negociación entre el mundo interior, el conceptual, el de las ideas, el mundo de las aspiraciones y el de las invenciones en relación al mundo exterior con sus limitaciones”. Pero, para Mayne, esas limitaciones siempre son un reto a superar. Y ahí entra su concepto de arriesgar con el arte y con la multiplicidad de fuerzas que provienen “de cualquier lado”.
Para Thom Mayne, la infraestructura tiene que formar parte de manera integrada de la “trama social, cultural, del paisaje y del elemento recreativo de la ciudad”. El 5 de noviembre estamos ante el arranque de la obra más importante que ha tenido Vigo en muchos lustros. Un proyecto de un arquitecto y de una ciudad que pueden compartir muchas características vitales: rebeldía, carácter, outsider, vanguardia, riesgo, compromiso y originalidad. De ahí la relevancia para la ciudad de esta primera firma de un ganador de un Pritzker con 54 Premios del Instituto Americano de Arquitectos o 24 de la revista Progressive Architecture. Pero, además de la importancia en sí del proyecto, el estilo de arquitectura y de vida del norteamericano pega mucho con la ciudad de Vigo. Mayne es al que siempre dijeron que no podría hacerlo. La frase que tanto escuchó el arquitecto y que también sobrevolóel proyecto Vialiapero, al final, Mayne y Vigo se salieron con la suya. El 5 de noviembre cambiará algo en la ciudad.