El pirómano nos deja en ridículo
Por lo visto, estamos incluso más desprotegidos de lo que pensábamos

"La línea roja" de Matías Vallés (07/11/18)
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PALMA
En periodismo solo hay algo peor que exagerar, y es quedarse corto.
La semana pasada hablábamos del audaz pirómano que se había adueñado de la noche palmesana, hasta quemar centenares de contenedores en lo que llevamos de año.
En algún momento de mi declamación llegué a pensar que me estaba excediendo y contribuyendo a una alarma innecesaria.
Sin embargo, el incendio nocturno intencionado de seis coches y veinte motos de la policía local palmesana dentro de un cuartel, que su jefe vincula al misterioso pirómano, no solo deja en ridículo a las fuerzas policiales.
Sobre todo, coloca en situación embarazosa a quienes planteábamos únicamente un caso de gamberrismo acentuado, y eso no lo podemos tolerar.
Por lo visto, estamos incluso más desprotegidos de lo que pensábamos.
Antes de que el pirómano crecido y enloquecido queme el salón de plenos de Cort, una hipótesis que ya no se circunscribe al reino de la ficción, conviene acentuar la exigencia de responsabilidades.
Además de las pérdidas millonarias, esta cadena de fuegos se acerca demasiado al punto en que se ponen en peligro vidas humanas.
Y la concejala Angélica Pastor, responsable de Seguridad Ciudadana, debería explicar con detalle su alusión a un pirómano que “tiene muy poco miedo a entrar en una comisaría”, fin de la cita. A quién se refiere.




