O professor Miguel Cardoso
El nuevo técnico del Celta es más guardiolista que mourinhista
Vigo
Hijo de un profesor de educación física y hermano de un profesor de educación física. Cuando Miguel Cardoso estaba en el campo como jugador no descuidó sus estudios yeso le abrió las puertas a un futuro después de colgar las botas: ser profesor de educación física. Lo fue en escuelas secundarias de Trofa, de Camilo Castelo Branco y de Ribeirâo. Este joven ambicioso y formado, compatibilizó la docencia con sus estudios en la Universidad de Porto. Además de sus clases, no quería descuidar su sueño de ser entrenador y por eso aceptó la invitación del profesor Ilídio Vale para “trabajar” o formarse en la estructura de base del Porto. Esa es su primera característica, la de ser un profesional formado.
Admirador de Guardiola, de Sarri y de Vilas-Boas, Miguel Cardoso tiene claro que no se puede negociar el estilo. El Celta pasa de un entrenador que promulgaba que la actitud no se negocia a recuperar que el estilo es innegociable. Y eso lo lleva a rajatabla; para bien o para mal. Y Cardoso demostró en el Rio Ave que no estaba nunca en duda. Pocas veces dio un giro a su sistema y cuando pasó contra el Sporting del 4-2-3-1 a jugar con tres centrales, lo hizo más para atacar a lo Cruyff que para defender con cinco. Ese es Miguel Cardoso. Incluso después de derrotas dolorosas en Liga o en momentos de dudas como en enero mantiene su personalidad. Si le costó que los jugadores creyesen en su mensaje, no puede ceder del todo; otra cosa son ajustes. Por ejemplo, la obsesión por cada vez defender mejor le llevó a debatir con Lucescu porque no compartía la marca al hombre del técnico rumano. Cardoso también tiene tics de Guardiola en aspectos como reconocer la importancia del mensaje y de la carga emocional en su discurso. Por eso tenía cierta frustración en Ucrania porque consideraba que había cosas que no podía llegar al jugador por la barrera del idioma. El de Trofa habla perfectamente inglés y, antes de fichar por el Nantes, aprendió francés fluido para poder dar sus ruedas de prensa en francés y poder interactuar lo más y mejor posible con sus jugadores. El trabajo en espacios cortos es una obsesión, el rondo, el toque, defender con balón, la posesión, el portero como un jugador de campo más, trabajo del rival, achicar los espacios. Miguel Cardoso es uno de los abanderados de una escuela técnicos del fútbol portugués que le han hecho en un año dar el salto a las quinielas futuribles de Porto, Sporting o Benfica.
Profesor de vocación, Cardoso no pudo dejar su trabajo porque, incluso cuando llega al Porto B como preparador físico, reconoce que no le daba para vivir. Ilídio Vale se lo lleva al Dragào y allí empieza a trabajar y a enriquecerse como entrenador aprendiendo de la corriente no mourinhista de los banquillos portugueses con André Vilas-Boas o Vítor Pereira.
O professor Cardoso avanza en su carrera como entrenador profesional aceptando la llamada de Carlos Carvalhal para trabajar en su equipo en Belenenses y Braga y esa fue la primera vez que se dio cuenta que iba a dar el paso al profesionalismo. Comenta Cardoso que ese día que acepta la llamada de Carvalhal lloró como un niño porque sabía lo que eso suponía; entre otras cosas un cambio de vida y tener que dejar de dar clase que eso era su vocación. Con Domingos Paciencia también afronta otra etapa en Braga, Sporting y Dépor. Etapas ambas importantes en su carrera porque, como Cardoso reconoce, le ayudaron a formarse, a adquirir conocimientos y a debatir sobre fútbol y métodos de trabajo que, seguramente en el caso de Carvalhal o Paciencia distan bastante de su credo futbolístico. Pero ya supo lo que era la gestión de un vestuario en dos clubes con aspiraciones como Braga o Sporting.
Curiosamente la mejor versión de Cardoso o su primera experiencia para volar en solitario (nunca mejor dicho) fue la llamada del Shakthar Donetsk para hacerse cargo del filial. Explica el técnico de Trofa de manera curiosa como después de tres horas de conversaciones por Skype, Lucescu le pide que viaje para hablar con él. El técnico rumano se quedó impresionado con todo lo que le dijo y con el conocimiento que tenía del Shakthar al que se había enfrentado el año anterior en Champions. Lucescu le guiñó el ojo al director deportivo y le dio el ok. Se hace cargo del B, pero le dan todavía más importancia al hacerse cargo de toda la cantera del Shakthar. Ahí vuelve a entrar en juego o professor Cardoso que acepta ese reto que le permite ser primer entrenador, pero también ser capaz de potenciar la cantera y trabajar en la fase formativa que tanto le gusta. Pero Cardoso que, por ejemplo, admiraba el juego ofensivo de Lucescu, no compartía aspectos defensivos de aquel equipo y acude, todas las veces que puede a ver entrenamientos del primer equipo e incluso puede empezar a participar. Tres temporadas dirigiendo la cantera a gran nivel hasta que llega Paulo Fonseca como primer entrenador y siguen con el mismo trabajo pero da el paso de volver a ser segundo entrenador del Shakthar. Con Paulo Fonseca realiza un tándem extraordinario que empieza a sacar productos de la cantera que ahora son jugadores internacionales, pero a Cardoso lo que realmente le apetecía era ser primer entrenador.
Por eso acepta, a la segunda, la llamada del Rio Ave para entrenar al equipo de Vila do Conde. Lo acepta con sus condiciones, en un proceso de renovación importante y es capaz de implantar su idea de juego. Y ahí surge el Miguel Cardoso actual que fue capaz de colarse entre los diez mejores entrenadores desconocidos para la revista Four-Four-Two. Con un equipo modesto logra quedar 5º clasificado de la Liga y elimina en la Taça al Benfica. Cardoso implanta su estilo, su idea de juego, su modelo que, como él deja claro, es el modelo de su idea diaria en el entrenamiento. Siempre reflexiona que arriesgado es hacer las cosas que tu no entrenas; lo que entrenas está mecanizado y hay menores riesgos. Obsesivo con el trabajo del día a día, con el scouting, los trabajos en espacios cortos, la construcción corta y el uso del portero para construir incluso el juego desde atrás. Cardoso hizo del Rio Ave el equipo que mejor fútbol hizo de Portugal. Era el fútbol más técnico, más vistoso, el más reconocible y admirado, haciendo jugar a un club muy humilde y modesto como un grande. Alguna goleada se llevó contra el Benfica o el Porto por un exceso de valentía pero siempre con su sello. El professor Cardoso tuvo que convencer a los suyos para creer en su idea y seguirla a pies juntillas. En uno de los últimos partidos de Liga, con el Rio Ave consolidado en la quinta plaza y el billete europeo, un entrenador rival ironizaba y decía que “sabes cómo te va a jugar el Rio Ave, sabes como va a jugar el City o como lo va a hacer el Barcelona, pero otra cosa es que seas capaz de contrarrestarlo”. El trabajo de Cardoso llegó incluso a pasar por convencer a su portero Cassio de 37 años a que “iba a aprender a hacer cosas diferentes y que podía hacerlas”. Esas cosas diferentes pasaban por tener que jugar cada vez más con los pies, ser el iniciador de juego y buscar soluciones. El hombre que tiene el balón tiene que tener opciones y ahí entran en juego el resto de sus compañeros. Si el portero fallaba, por cierto, lo asumía el propio entrenador en la sala de prensa y se culpaba.
Admirador de Xavi Hernández y de Guardiola, Miguel Cardoso ha mantenido una coherencia con su estilo que le ha costado, por ejemplo, muy caro en Nantes en donde con un equipo físico y con jugadores poco adaptados a sus características, duró ocho jornadas en las que solamente ganó un partido. El Rio Ave fue el equipo de la liga que más pases dio y que más pases largos acertados completó. Un equipo que proponía con el balón y que intentaba hacerlo desde la posesión. A veces Paulo Fonseca heredero de Lucescu en el Shakthar y Cardoso contaban en los entrenamientos los toques de balón que se podían llegar a dar desde un saque de banda. Eso define a Miguel Cardoso y su forma de entender el fútbol que pasa también por un trabajo físico muy fuerte, para eso es profesor de educación física. Su fútbol es muy reconocible. Ahora solamente hace falta que tenga suerte en su experiencia en el Celta.