Francina Armengol está triste
La última tristeza de Armengol coincide con su rendición en La Moncloa, ante la parodia de Régimen Especial que le han obligado a tragarse

"La línea roja" de Matías Vallés (19/11/18)
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PALMA
A veces hay que alejarse para examinar un problema a fondo.
La perspectiva nos lleva a una conclusión inesperada, Francina Armengol está triste.
Todos los políticos son tristes por naturaleza, hasta el punto de que ni reparamos en esta seña de identidad.
Sin embargo, Armengol se había caracterizado por reír hasta en los momentos más inoportunos, con la particularidad de que su energía arrancaba de la carcajada continua.
Hoy, Armengol es la viva imagen de la desolación.
El momento inicial de su pesadumbre es el inolvidable 9 de octubre, en el que no se personó en Sant Llorenç y comarca.
La tristeza se acentuó en los días sucesivos, en que no se apartó de Sant Llorenç interiorizando el drama hasta extremos preocupantes en un político.
Y desde entonces la hemos visto cada vez más triste en el Parlament, en la feria turística de Londres y en otras comparecencias públicas.
Y la hemos escuchado triste, a través de esta radio.
La última tristeza de Armengol coincide con su rendición en La Moncloa, ante la parodia de Régimen Especial que le han obligado a tragarse.
Cada cual decide su termostato anímico, pero una candidata triste es una triste candidata.




