Presupuestos participativos

Las Palmas de Gran Canaria

Desde el pasado año el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria vienen apostando por la participación de los ciudadanos en la política por la vía más directa, además de la cita electoral pura y dura, y esa vía no es otra que la de decidir en qué se gasta el dinero de todos. Es lo que se han dado en llamar los presupuestos participativos.

Resulta evidente que ni es la única forma de gobernar, gobiernan y deciden los representantes de los ciudadanos elegidos cada cuatro años, pero está claro que esta manera de buscar la participación y la opinión de la gente, por el camino de elegir las obras de los barrios o de los servicios que se le prestan cada año con las cuentas públicas de los municipios, es una manera de ganar en democracia.

Es cierto que esta forma de presupuestos participativos, que llevan en marcha en varios ayuntamientos de orientación progresista desde hace años, tiene limitaciones, requiere de concienciación y mucha comunicación para la adaptación de la gente que no está acostumbrada a participar en las decisiones públicas, pero es muy sano.

Claro que tiene limitaciones. Claro que las medidas aprobadas por mayoría de los vecinos deben estar auditadas y estudiadas por los servicios técnicos del ayuntamiento. Claro que no todo se puede gobernar a base de asambleas o referendos, porque sería casi imposible, además de ineficaz. Pero ahora bien, todo tampoco se puede hacer en base a la impresión y decisión de los políticos o técnicos, o a golpe de decreto. Eso empobrece la democracia.

Es verdad que todavía no se han terminado de ejecutar el millón y medio del presupuesto participativo del primer año por cuestiones administrativas. Y también es de reseñar que la cantidad económica aún siendo pequeña, y que aunque para este próximo año 2019 se ha doblado con más de tres millones de euros, todavía es un porcentaje poco significativo del total del presupuesto municipal. Pero lo que es innegable que esta apuesta política de presupuestos participativos y en general de participación ciudadana, es imparable venga quién venga, gobierne quién gobierne. Y en su éxito promoverá la madurez de una sociedad que se responsabiliza y toma decisiones que nos afectan a todos.

Por tanto, con sus pequeños defectos y con sus grandes virtudes, la participación directa de la gente no tiene vuelta atrás en la primera ciudad de Canarias y yo me alegro por ello.