Alicia en la octava dimensión
José Miguel Sánchez-Hernández

'Alicia en la octava dimensión'
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Bilbao
En la sala entró un conejo corriendo desesperadamente. Derrapó sobre el parquet y rozó mis piernas en su alocada huída. Tras él una niña con el pelo rizado se afanaba en seguirlo. Se detuvieron ante un lienzo enigmático. La gran boca pintada empezó a contraerse sin dejar de sonreír. La sala se curvó y el tiempo tomó una dimensión que lo comprimía. Mi cuerpo, atrapado, notó el efecto del cambio espacial y poco a poco se fue licuado hasta formar un charquito en el suelo. Desde allí empecé a ver al gato de Cheshire surgir de la maleza.




