El 'álbum blanco' de los Beatles, el mejor disco de un grupo que ya no era un grupo
Aunque tenían un poder omnímodo en la industria musical, los de Liverpool empezaron a desmoronarse con una de las mejores colecciones de canciones de la historia
Fuenlabrada
Se cumplen 50 años de uno de los grandes álbumes de todos los tiempos y este mes se ha celebrado con una reedición golosa con remasterizaciones, demos y tomas descartadas. Permítannos que, igual que hicimos el año pasado con el ‘Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band’, hagamos un inciso en nuestra sección ‘Cómo hemos cambiado’ para hablar de esta colección de joyas musicales.
El ‘álbum blanco’ de los Beatles, el mejor disco de un grupo que ya no era un grupo
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Hemos empezado escuchando el primer disparo, ‘Back in the USSR’, donde no se sabía entonces pero Ringo Starr no tocaba la batería porque se fue de vacaciones, harto de sus compañeros. Nos saltamos ‘Dear Prudence’ (porque sí, nos vamos a tener que dejar unos cuantos temas fuera) y pinchamos ‘Glass Onion’, un pequeño juego de un cansado, descentrado e inmensamente malhumorado John Lennon. Pero antes de seguir, un aviso: este en realidad no es un álbum de los Beatles, sino de los músicos que componen los Beatles. Cada uno por su lado, los odios afloran dos años antes del fin de la banda en un disco que no es un disco, de un grupo que ya no es un grupo.
Un buen ejemplo de esa desunión fue ‘Ob-La-Di, Ob-La-Da’, un tema en el que Paul McCartney puso mucha ilusión, creía con acierto que se podía convertir en un clásico, pero que Lennon odiaba hasta el punto de calificarlo de “mierda para abuelas”. John no contribuía al buen rollo metiendo a su novia, Yoko Ono, en una cama en pleno estudio. La japonesa no rompió los Beatles, pero vaya si contribuyó… Entre tanta tormenta, las canciones suponían un cielo despejado.
‘While my guitar gently weeps’ es seguramente lo mejor que se trajo el grupo de un viaje de retiro espiritual a la India que acabó como el rosario de la Aurora. Y además es la primera composición de George Harrison que supera, de largo además, las de McCartney y Lennon, que siempre habían mirado por encima del hombro al joven de la banda. Y también supuso que por primera vez un extraño grabase para un disco de los de Liverpool, aunque para entonces Eric Clapton era una estrella mundial y su solo de guitarra espoleó a los demás.
Ahora pasamos a escuchar un bonito tema de Paul dedicado a su perra, ‘Martha my dear’. Por aquel entonces McCartney era el único que seguía creyendo que el grupo podía mantenerse unido y luchó hasta la extenuación para que así fuera, aunque eso implicase grabar en solitario como ocurrió con otro precioso tema, ‘Blackbird’, registrado al aire libre y que se convirtió en la primera canción de crítica social de los Beatles.
En realidad en una primera escucha la letra no era tan clara, pero luego se supo que estaba inspirada en las luchas de los estadounidenses negros que estaban siendo discriminados y masacrados, especialmente en el sur. Ellos eran el ‘mirlo’ del tema. Pero en realidad el tema político de verdad era el ‘Piggies’ que compuso Harrison hablando de los ‘cerdos’ que remueven la suciedad en la que se revuelcan los pobres.
Esta canción es otro ejemplo de la desunión del grupo. Se introdujo para rellenar, aunque nadie quería que este disco fuera doble. Sin embargo las broncas eran tan intensas y los egos tan hinchados que ni siquiera podían consensuar los temas que había que incluir, así que tiraron por la calle de en medio. El siguiente tema, de Paul, tampoco sentó bien a los demás.
‘Rocky Raccoon’ narraba una historia del lejano oeste que demostraba que los espíritus creadores de los antaño amigos del alma John y Paul cada vez estaban más alejados. Y, entonces, llegó la primera canción de Ringo Starr.
El batería pasó más tiempo jugando a las cartas que grabando durante los cuatro meses de sesiones del álbum. Pero llevaba cinco años intentando colar un tema propio y por fin le dejaron, aunque no, no era tan bueno como el resto y ni siquiera es una de las mejores interpretaciones de Ringo a la voz. De aquí nos íbamos a ‘Why don’t we do it in the road?’.
Canción grabada casi exclusivamente por Paul, muchos vieron otra guerra interna porque McCartney quería seguir en la carretera, haciendo conciertos, y era John el que se negaba. En realidad estaba inspirada en… dos monos copulando en plena calle. Así de simple. Y de algo tan prosaico nos vamos a uno de los homenajes sonoros más bonitos a una madre.
Lennon escribió ‘Julia’ para su adorada madre fallecida una década antes, sin llegar a ver el éxito arrasador de su hijo. La grabó él solo, en el momento más íntimo y personal de toda su carrera. Pero John también sabía escribir de otras cosas como el ‘mono’ de la droga.
Por cierto, nos hemos saltado entre otras ‘Birthday’, última composición a dúo de lo que antaño fue la exitosa y habitual fórmula Lennon-McCartney, que no obstante seguían registrando así los temas, aunque ahora odiaran las canciones del otro. En ‘Everybody’s got something to hide except me and my monkey’, esto que escuchamos, había en realidad más heroína que sentido común. Y si antes oíamos al Lennon más ñoño, ahora es el turno del McCartney más musicalmente agresivo.
Dice la leyenda que este 'Helter Skelter' es el primer tema heavy de la historia. En realidad es exagerar, pero lo cierto es que la canción nace a raíz de un disco de los Who en el que consiguen un sonido ‘sucio’. Paul McCartney, siempre buscando nuevas fronteras, decidió que el sonido más sucio y agresivo tenía que estar en un tema de los Beatles, y modificó la primera versión de esta grabación para llevarlo al extremo en una interpretación verdaderamente memorable. Que luego el loco de Charles Manson la usase para asesinar a gente es otra historia… El grupo también distorsionó sus guitarras en ‘Revolution 1’.
En realidad la versión acelerada y ensuciada de la canción se publicó como single, pero en el disco se incluyó la toma tranquila. Canción interesante, toda vez que la gente pedía a los de Liverpool, especialmente al siempre luchador John, un compromiso político. Pero la respuesta fue un tema casi contrarrevolucionario: nada de violencia, nada de dinero para vete a saber qué y el tema acabó siendo más burgués de lo que muchos esperaban. Lo que no tenía calificativos fue el otro ‘Revolution’, el‘number 9’.
Pues sí, esto es una canción. Y parece una estupidez, y de hecho lo es, pero es la primera vez que a alguien de tal envergadura se le ocurría meter semejante locura en un disco, trozos de grabaciones aleatorias y reproducidas al revés con un señor repitiendo hasta la desesperación ‘número nueve’. Ocho minutos que confirman que a John Lennon, definitivamente, se le estaba yendo la cabeza. Nos vamos con algo más tranquilo, cursi pero bonito, 'Good night', que todo el mundo creyó que estaba compuesto e interpretado por McCartney pero en realidad la autoría era de Lennon y la voz de Ringo. Se ponía el broche a un disco raro como pocos, sin pies ni cabeza, pero que acabó siendo el preferido de millones de personas a pesar de certificar el principio del fin de los Beatles.