Barreras urbanísticas, prisiones sin barrotes

Alicante

Vivimos en un mundo fascinantemente interconectado.

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Tan pronto nos vamos al medio del Mediterráneo para escandalizarnos con el patrón de Nuestra Madre de Loreto, que sigue a la espera para desembarcar a 12 emigrantes, como les contamos que la visita del presidente chino a España sirve para abrirle las puertas del "gigante asiático" a la Uva Embolsada del Vinalopó.

Tú a Oriente Próximo que yo me quedo en Europa. Es lo que se dijeron ayer los hoteleros de Benidorm y el secretario autonómico de Turismo. Unos partidarios de seguir buscando en el viejo continente a los turistas que compensen la perdida que se puede producir con el brexit, mientras que Francesc Colomer pone la mirada un poco más lejos.

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Pero fíjense, por el contrario, el ser humano, que ha superado casi todas las barreras espaciales, todavía no ha conseguido superar algunas barreras urbanísticas que hacen que las personas con movilidad reducida tengan que vivir recluidas en sus particulares prisiones sin barrotes.

Curioso ¿no? Es más fácil poner internet en nuestras vidas que instalar una rampa de acceso.