Volatilidad

En esta especie de veranillo de diciembre que estamos viviendo en las Islas -hoy volverá a hacer calor-, toca seguir mirando de reojo los resultados de las elecciones andaluzas. Muchos siguen preguntándose por la subida de VOX, otros se rasgan las vestiduras y algunos piensan en pactar con la ultraderecha. Para los que tienen dudas sobre el ascenso del partido que lidera Santiago Abascal, solo deben analizar la reacción del resto de partidos: unos no asumen su derrota y se enrocan antes de dimitir, otros anuncian reflexiones profundas mientras siguen dejando de lado a sus bases, y quedan los que están abriendo la puerta a pactar con los recién llegados. Puede más el sillón a corto plazo que la altura de miras y el interés general. Y después se seguirán preguntando por el auge de populismos.

Vivimos tiempos volátiles y cambiantes; las ideas de largo recorrido poco futuro tienen en este mundo acelerado, tampoco en la política actual. Los medios también tenemos parte de culpa; triunfan los mensajes frentistas, los debates subidos de tono y los extremos. La audiencia manda y el ruido y la demagogia siempre han tenido cabida. ¿Explica esto el auge de VOX? No. Es más complejo y lleva tiempo gestándose. Hay un voto huérfano que busca desde hace años una voz que responda -con certezas o mentiras, da lo mismo- a sus problemas. Y en esa búsqueda se ha cruzado VOX, por cierto, un partido que había fracasado estrepitosamente en anteriores comicios.

Veremos donde queda está búsqueda, ¿se desinflará como las anteriores? ¿Seguirá huérfana? Lo descubriremos en las próximas elecciones. Aquí, en Canarias, se mira a Andalucía con cierto temor y curiosidad; todos los partidos buscan paralelismos a favor de obra mientras obvian que artimañas como la de esconder la lista regional engañando a la ciudadanía solo genera desafección y hartazgo. Después vienen los lamentos y las preguntas; después se cruzan mesías que ofrecen la salvación por un voto y ese hartazgo da vida a propuestas como las que han calado en Andalucía.