'Gibraltar, un obstáculo que no debió ser'
Creo que es bien conocido que en el Consejo de Europa Gibraltar ha sido un elemento central
Firma Jesús Verdú, "Gibraltar, el obstáculo que no debió nunca haber existido"
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Algeciras
Con enormes dificultades, el Consejo Europeo en reunión extraordinaria celebrada el 25 de noviembre pasado refrendó el Proyecto de Acuerdo de Retirada y se aprobó la Declaración Política sobre las relaciones futuras entre la Unión Europea y el Reino Unido.
Creo que es bien conocido que en dicho Consejo (mejor dicho, también antes, durante y después), Gibraltar ha sido un elemento central.
Y esto, desde mi punto de vista, no es una buena noticia.
El proceso del Brexit es un verdadero seísmo en el complejo proceso de construcción europea y existen sobre la mesa multitud de cuestiones de extraordinario interés para el conjunto de los europeos.
Por supuesto, en un lugar destacado, los asuntos económicos, pero hay también temas de seguridad, defensa, asuntos sociales y medioambientales, afectación a las relaciones internacionales y al papel de la UE en el mundo, así como cuestiones relativas al mantenimiento de valores esenciales de la identidad europea en un contexto internacional sumamente delicado.
En este sentido, pretender situar la negociación sobre el estatuto de Gibraltar en términos maximalistas, como herramienta de presión, con amenazas de veto a todo el acuerdo es un profundo error. No solo no fortalece la posición española, sino que, por el contrario, la debilita.
En este proceso, el enfoque "tu pierdes, por lo que, en consecuencia, yo gano" es perseverar en el error. En el Brexit no hay perdedores ni ganadores. De una forma clara y contundente podemos mantener que todos perdemos.
Esta crisis debió ser una oportunidad de normalizar las relaciones transfronterizas perfilando un marco adecuado, mutuamente provechoso que genere confianza y oportunidades de cooperación beneficiosas para todas las partes.
Una vez enterrada la disparatada ocurrencia de la propuesta de co-soberanía de Margallo, la negociación de ese marco normalizado de relaciones transfronterizas tendría que haberse hecho con diplomacia y cautela.
No debería nunca haberse situado la controversia sobre Gibraltar como elemento de veto de todo el acuerdo.