'Andalucía, la que divierte'
Guardo en casa una pequeña bandera que formaba parte de una más grande que utilizamos un grupo de jóvenes en la manifestación comarcal del 4 de diciembre de 1977
Firma Antonio Pérez Girón, "Andalucía, la que divierte"
05:38
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San Roque
Guardo en casa una pequeña bandera que formaba parte de una más grande que utilizamos un grupo de jóvenes en la manifestación comarcal del 4 de diciembre de 1977. Al final de la marcha la dividimos en trozos para tener un recuerdo de aquella histórica jornada. Un día que tendría su trágico contrapunto en Málaga, con el asesinato del joven Manuel José García Caparrós.
Toda esta historia no puede reducirse a ser rememorada, sin más. Esas páginas de nuestra historia reciente demuestran la inquietud, la voluntad de procurar un cambio en las estructuras que atenazaban a la mayoría del pueblo andaluz y reducía su identidad cultural a capricho de los "yunques viejos" como decía la letra de Salvador Távora cantada por Pepe Suero, en "Andalucía la que divierte".
Andalucía salió a la calle el 4 de diciembre de 1977 por sí misma, no por la unidad del Estado como ahora dicen algunos políticos. Salió para decidir su propio futuro que pasaba por superar sus carencias de todo tipo, que la condenaban a ser mera periferia subdesarrollada del Estado español. Esas luchas continuadas con el infame referéndum de 28 de febrero y la consecución del Estatuto conforman un patrimonio vivo que sitúa a Andalucía al mismo nivel que las denominadas nacionalidades históricas.
Ese despertar del pueblo andaluz, todo el potencial de la juventud comprometida de entonces se fue esfumando en buena medida. El desencanto prendió en una parte importante de nuestro pueblo y no se supo aprovechar aquel empuje de movimiento ciudadano. Muchos vieron en la consecución de la autonomía el final del camino y no el arma permanente para el progreso de una tierra. La verdiblanca quedó confinada en los despachos oficiales y la corrupción comenzó a ser triste noticia.
Y en el momento presente, nos encontramos con unas recientes elecciones autonómicas y unos resultados que han permitido la entrada, con doce diputados, de la extrema derecha en el Parlamento andaluz, aunque algunos pretendan ahora blanquear la ideología que abiertamente manifiesta el partido Vox.
Un hecho que para quienes luchamos por la autonomía andaluza, no deja de ser desalentador en grado sumo. Porque que se produzcan cambios de gobierno es normal y legítimo en un régimen democrático, pero lo que es realmente preocupante es que quienes no creen en el Estado autonómico, los que no creen en Andalucía como sujeto político propio, ocupen un número importante de escaños, e incluso puedan condicionar la acción de las instituciones.
Ello cuando la cuestión territorial es un debate abierto e ineludible. Y Andalucía puede verse relegada, sin que se tenga en cuenta el patrimonio constitucional, valor irrenunciable conseguido el 4 de diciembre de 1977 y el 28 de febrero de 1980.
Los grandes partidos habrán de reflexionar sobre lo ocurrido. El PSOE como partido que ha gobernado desde la consecución de la autonomía y el Partido Popular, que, aunque pueda hacerlo ahora, ha tenido su peor resultado. En ese respaldo a Vox no está solo el del ultra de toda la vida, sin duda, también se halla el de una parte del descontento que ha situado su voto "donde más duele", sin calibrar la verdadera trascendencia que ello tenía.
Sí, también ellas, las grandes formaciones políticas, tienen responsabilidad de que los yunques viejos vuelvan estar presentes y pretendan, nuevamente, aquella "Andalucía la que divierte".