Tiempos ultras, tiempos salvajes

Las Palmas de Gran Canaria

España ya no es inmune a la ola ultraderechista que avanza por el mundo. Se estrenó el pasado domingo en las elecciones andaluzas con un resultado que ni ellos mismos habrían imaginado. Nada menos que un 10% del cuerpo electoral les votó, casi 400.000 personas.

Lo peor de la aparición de VOX, no es sólo su discurso homófobo, machista, retrogrado y antianimalista, sino la influencia que ya está teniendo en el debate político sus ideales y que cala especialmente en los partidos de la derecha como el PP y Ciudadanos. En Andalucía la irrupción de VOX ha dejado sin margen de maniobra a la izquierda para formar gobierno.

Es cierto que los resultados de esas elecciones no deben extrapolarse a un hipotético escenario nacional por la complejidad del sistema electoral y por las distintas sensibilidades territoriales cuyo electorado es menos permeable a discursos tan excluyentes, ya no digamos trasladar esos resultados a unos comicios autonómicos. Con todo, como ya ocurrió con la llegada de los denominados partidos emergentes, las formaciones tradicionales se han puesto nerviosas.

Ya no valen antiguas fórmulas. Los ciudadanos son capaces de romper sus propios principios para votar a otros partidos con tal de protestar. A la ultraderecha se la combate con argumentos, y en ese barco deberían estar todas las formaciones que no tienen, entre sus ideales, los peligrosos y chirriantes principios que defienden partidos como VOX.

El PP y Ciudadanos quedarán retratados si se apoyan en un partido de extrema derecha para formar Gobierno en Andalucía. El poder en política no se debe conseguir a cualquier precio, y el que pagarán estas dos formaciones será muy elevado. Al tiempo.