La memoria de Manu Leguineche
La familia del periodista dona al Archivo Histórico los fondos con miles de fotografías, cuadernos de viaje, pasaportes y acreditaciones
Los fondos del periodista Manu Leguineche (Arrazua, 1941 - Madrid, 2014) permanecían "desperdigados" en su casa de Guadalajara. Antes de morir él mismo pidió a sus hermanos, Rosa y Benigno, que donasen aquella documentación al Archivo Histórico de Euskadi. Y han cumplido su palabra con ayuda de los periodistas Raul Conde y Pedro Aguilar, que han colaborado en la donación. "Siempre tuvo apego a esta tierra", destacaba Rosa.
Los fondos llegaron al Archivo el pasado verano. Cuatro cajas de cuadernos con apuntes, doce con sus artículos y reportajes, diez con fotografías, negativos y diapositivas, otras tantas con pasaportes, acreditaciones, grabadoras, hay material más personal como apuntes de su época de estudiantes en Marianistas.
"Va a ser un trabajo de reconstrucción de su biografía", explicaba el director de la institución, Borja Aguinagalde que destacaba como especialmente relevante el archivo fotográfico. "Es algo único, en Euskadi no tenemos un archivo de un periodista de esta envergadura que permite reproducir una época y una historia", detallaba.
Hay hasta 3.000 imágenes tomadas en todo el mundo. Un reportaje social de la segunda mitad del siglo XX: desde la guerra de Indochina o Vietnam, Bangladesh, la extinta URSS, Nicaragua o Perú, San Francisco... Se está trabajando para digitalizar el material y que éste pueda ser consultado a través de Internet, aunque reconocen que será una tarea "de años".
Recorre toda una vida en primera línea de trinchera que constituye un "testimonio de mucho valor", subrayaba el viceconsejero de Cultura y Política Lingüística, Joxean Muñoz, al tiempo que agradecía la generosidad de la familia. "Es un tesoro contemporáneo" que permite al Archivo contar con otra faceta, más allá de la estrictamente oficial. "El archivo se preocupa por la memoria de la sociedad vasca del siglo 13, del 18, o finales del 20 y no solo de la gente oficial sino de quienes, a pie de calle -como Manu Leguineche-, fueron contando lo que era el mundo".