Sociedad
LA LÍNEA ROJA

Menorca se juega la identidad

Menorca es la única isla balear virgen, con los problemas que ello conlleva y que se centran ahora en el debate sobre el derribo de dos puentes a medias, que son la lanzadera para construir rotondas de dos pisos

"La línea roja" de Matías Vallés (18/12/18)

"La línea roja" de Matías Vallés (18/12/18)

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Palma

Menorca es la Mallorca que no pudo ser.

A quienes ya somos incapaces de imaginar el territorio mallorquín sin los excesos de saturación urbana y humana, Menorca se nos aparece como un paraíso, una palabra que en sí misma indica peligro de extinción.

Formentera también parecía invulnerable, y corre a toda prisa para convertirse en un lugar estándar, despersonalizado.

Menorca es la única isla balear virgen, con los problemas que ello conlleva y que se centran ahora en el debate sobre el derribo de dos puentes a medias, que son la lanzadera para construir rotondas de dos pisos

Menorca se juega la identidad. Si sus habitantes creen que van a mejorar con la perspectiva de pasos a nivel, basta que se den una vuelta por Mallorca o Ibiza.

También aquí creíamos que las autopistas se construían para los residentes, cuando su objetivo real era duplicar la población.

En lo político, el Pacto tiene problemas para derribar cosas, sean los esqueletos de los puentes de Menorca o sa Feixina.

Los menorquines tienen derecho a decir que quieren los puentes, pero no que aspiran a conservar los puentes y el paraíso. Son incompatibles.

 

 
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