Papá Noel adelanta su llegada a Mestalla

Valencia

El fútbol es tan grande que a veces es inexplicable. Hasta el absurdo penalti de Carlos Soler al Cucho Hernández, el Valencia tenía el partido controlado. No estaba siendo un recital ni -por descontado- un espectáculo, pero nada hacía presagiar que la balsámica victoria previa a las fiestas navideñas corría peligro. A partir del 1-1, pudo ganar cualquiera.

Aunque es de justicia reconocer que el que mejores opciones tuvo fue el Huesca. Sobre todo en una llegada de Longo tras pérdida de Parejo. Es un milagro que la cabalgada del delantero italiano no acabara en gol, expulsión del capitán del Valencia o penalti de Carlos Soler, que carga a Longo cuando armaba la pierna derecha para golpear a portería.

Superado el trance -y otro mano a mano de Rivera con Neto que abortó de forma eficaz el brasileño- es verdad que al Valencia no se le puede negar que tiene alma. La tuvo para empatarle al Sevilla sobre la campana y la ha vuelto a tener hoy para que Piccini desatara el delirio en Mestalla con un zurdazo que cientos de personas ya festejaron desde la calle.

Mucha alma y poco fútbol, esa es una buena descripción para la primera vuelta de este equipo de Marcelino al que ya hemos querido verle varios puntos de inflexión esta temporada. Ojalá este sea al definitivo. Por el bien de todos. Las Navidades van a ser más felices de lo que pensábamos en el minuto 92. Que pasen buenas fiestas. Por lo menos, tan buenas como las de Piccini.