Volver al siglo XIX

Volvemos a la rutina y a levantarnos con la radio como testigo de una realidad que parece torcerse por momentos en estos primeros días de 2019.

Si por algo recordaremos el año que ya hemos dejado atrás, un año quizás más agitado de lo normal, será por la repercusión y la visibilidad de un movimiento que no debe tener vuelta atrás. Cuando se habla de 2018 como el año del feminismo -como escribía la periodista Marisa Kohan “el año en el que las luchas y reivindicaciones de las mujeres dejaron de estar definitivamente en la esfera privada o en los círculos más reducidos del activismo”-, se habla de un paso al frente en una batalla que nos atañe a todos. Y es ahí donde precisamente parece que comienza la confusión de muchos, y encima estos pretenden arrastrarnos en sus peligrosas alucinaciones.

Esta lucha no es una lucha limitada a un género, es una conquista que nos debemos como sociedad desde hace tiempo.

Tenemos doce meses por delante para que 2018 no quede como un oasis en la lucha por la igualdad. Hay que empezar a desmontar las mentiras de los que quieren echar abajo años de consenso político; hay que señalar también a los que quieren vender al mejor postor derechos conquistados para copar unos cuantos sillones y alguna presidencia. Porque escuchen, peor que el que propone conscientemente un desvarío es el cómplice necesario que hace posible que se cumpla. En Andalucía estamos viendo enajenados que no sorprenden a nadie e interesados jugando su mismo y peligroso juego; estamos viendo a la extrema derecha y a los que están cómodos riendo sus ocurrencias.

En Brasil, la ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos del gobierno de Bolsonaro habla de una nueva era con niños vistiendo de azul y niñas de rosa. En España, VOX, sus voceros y los que dicen no tener nada que ver con ellos pero les dan palmaditas en la espalda, quieren dinamitar la Ley de Violencia de Género; camino peligroso el que han emprendido PP y Ciudadanos; no sabemos si el azul de los populares y el naranja de los de Rivera son los colores también de una nueva era que huele más a siglo XIX que a siglo XXI.