'La responsabilidad del lector y ciudadano'
Sobre las redes sociales y las noticias falsas, "nuestra sociedad esta falta de la más básica cultura informativa de sólida base"
Firma Shus Terán, "La responsabilidad del lector y ciudadano"
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Tarifa
En estos tiempos que corren mi capacidad de asombro parece tener ya límites. Y es que en la era de las redes sociales, nos encontramos que la gran mayoría de los usuarios denotan (salvo raras excepciones) una capacidad intelectual o inteligencia diametralmente opuesta a la cantidad de posts, publicaciones o interacciones que realizan a la hora. Permítanme el atrevimiento y la generalización, pero es que lee uno cada cosa en las redes que me hacen confirmar que nuestra sociedad esta falta de la más básica cultura informativa de sólida base.
No se trata del léxico, de la ortografía o cualquier norma de escritura. Eso, al fin y al cabo no hace sino retratarnos a quienes nos enfrentamos al folio en blanco. Hablo de la falta de cualquier sentido cultural y educacional, lógica o del propio sentido común a la hora de seleccionar lo que a diario digerimos a través de las pantallas de nuestros ordenadores, o cualquier otro dispositivo digital con ingentes cantidades de megas que consumir.
El tenderete es variado. Desde tragedias familiares a enfermedades incurables de personas que no conocemos, que ni siquiera nos preocupamos por averiguar si existen o son personajes virtuales; pasando por las cincuenta mil milongas que sobre "supuestos beneficios sociales" nuestro país destina a los inmigrantes en detrimento de los compatriotas de pura raza. Y como no, las trolas que sobre diversos personajes políticos o públicos se cuelgan para el descrédito social de los susodichos a modo de escarnios públicos.
Pero igual que no me sorprende la cantidad de basura que consumimos, sí me sorprende la facilidad con la que digerimos tantas mentiras y falacias que contribuimos a extender compartiendo bulos que muchos no se preocupan en corroborar, o lo que es peor, sabiendo que son mentiras se preocupan en compartir para generar así el odio y animadversión hacia aquel al que al "ciudadano ejemplar' le salga de sus santos bemole. Todo vale.
"Si lo que vas a decir, no es más bello que el silencio no lo vayas a decir. Que hable el mundo y calle el hombre. Calle el hombre y vuélvase a callar", canta el 'último de la fila' y ciertamente el silencio frente a la desinformación y la mentira, es también y por qué no, una bonita forma de manifestar la libertad de expresión.
Pero lo peor no es que fulanito de tal comparta la mentira "que su vecino musulmán se casó con su mujer cuando esta tenía 12 años y que estando en el paro cobran del Estado español 1.800 euros todos los meses". Lo peor es que en ocasiones y son muchas, son intereses políticos camuflados de colectivos ciudadanos o incluso aún peor, son medios de comunicación los que contribuyen con sus grandilocuentes portadas, a sabiendas que todas ellas son burdas mentiras, a generar crispación hacia colectivos, entre ciudadanos, o hacia personajes públicos. Pero que más da, los editores y responsables de ciertos medios de comunicación con una subrayada falta de escrúpulos, saben que la mayoría de lectores no harán preguntas, sino que digerirán sus mentiras, se las creerán y eructarán su odio como si repitiera el ajo.
A nadie parece importarle la deontología, la profesionalidad, el rigor periodístico, sellando un triste futuro no solo a la propia prensa, sino a la propia sociedad. Porque como sostenía Pulitzer: "Una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico".
Pues eso amigos oyentes y lectores, ustedes como tal y como transmisores de las noticias, tienen también una gran obligación y responsabilidad. La de saberse correctamente informados.