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Política energética

La Firma de Guillermo Granja

"Política energética", la Firma de Guillermo Granja

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Palencia

2019 comenzaba con el cierre definitivo de la minería del carbón en España. Quién nos ha visto y quién nos ve. Era la crónica de una muerte anunciada desde 2012 que la Unión Europea ha impuesto a todos los países o tendrían que devolver las subvenciones que se habían otorgado en desde ese momento.

En la zona norte de Palencia hace ya muchos años que comenzó este declive. Ejemplo de ello es que pueblos como Barruelo, que llegó a superar los 10.000 habitantes, ya no son ni su sombra. La Pernía también sufrió un cierre total de los yacimientos mineros. La única zona que sobrevivió a este proceso inicial fue la de Guardo-Santibañez-Velilla.

Hasta finales del siglo XX parecía que este sector se iba a seguir manteniendo sin mayores dificultades. La existencia de la central térmica de Velilla auguraba un porvenir estable a la zona, a pesar de que el gas natural le iba ganando terreno al carbón a ritmos agigantados, gracias a las necesidades de materia prima de la misma y la protección nacional al carbón autóctono.

La Comunidad Europea obligó a establecer una política que primase las subvenciones para garantizar la sostenibilidad de las empresas por medios propios, lo que provocó un cambió total. Es evidente que estos planes no tuvieron el final feliz que se esperaba; al contrario, la situación se fue agravando aún más. A esto hay que sumarle el fomento del uso de las energías renovables, lo que ha representado la estocada final.

Las empresas carboníferas y los ayuntamientos de las zonas han recibido una ingente cantidad de recursos económicos que no han logrado frenar este deterioro. Lo que demuestra, en mi humilde opinión, que las subvenciones no deben otorgarse a fondo perdido y menos sin un proyecto previo que permita prever un uso correcto del dinero público, ya que creo que han servido más para llenar los bolsillos de ciertas personas que para revertir la situación y crear oportunidades de trabajo y progreso.

El cierre de la central térmica de Velilla pone la guinda a este desagradable pastel. Aquí la culpa la tiene sólo la empresa, ya que no está obligada por ninguna directiva europea ni española a cerrar. Es la apuesta que Iberdrola ha hecho por la energía renovable, que es muy laudatoria pero con efectos negativos para las comarcas donde se encuentran las centrales.

Creo que la política energética es una cuestión de Estado y que las empresas del sector deben verse obligadas a cumplir los planes que se establezcan desde el Gobierno de la Nación. También es exigible que estos planes sean a largo plazo y contemplen la reindustrialización simultánea de las zonas afectadas.En el caso del norte de Palencia esto no se ha producido y es demostrable que no se ha podido hacer peor desde todos los agentes implicados.

Ahora se anuncia, por parte de la Junta, la inversión para la finalización de la variante de Guardo. Llega tarde y es totalmente insuficiente. ¿Dónde duerme el proyecto de convertir el eje subcantábrico en una vía rápida o, mejor, en autovía? ¿O la modernización de la vía Bilbao-La Robla? Sin infraestructuras no se puede llevar a cabo ningún plan que revitalice el norte de nuestra provincia.

 
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