El Sporting hace la goma

Gijón

El Sporting vuelve a necesitar prismáticos para atisbar a lo lejos los puestos de playoff. La derrota ante el Deportivo de La Coruña vuelve a abrir un abismo entre el equipo gijonés y el objetivo mínimo a alcanzar esta temporada. Ocho puntos le separan del Alcorcón; una distancia enorme, por no hablar ya de la distancia con el ascenso directo. Nadie le puede negar al Sporting el esfuerzo, el cambio en la forma de afrontar los partidos y la mejora (tampoco en este partido) pero las carencias de la plantilla rojiblanca volvieron a quedar al descubierto.

El partido ante el Dépor resultó desesperante, porque de nada le valió al Sporting tener la pelota y generar ocasiones si cometes los dos errores que nunca debe cometer un equipo competitivo: perdonar y conceder. No tiene nada que ver esta derrota con la de Riazor de la primera vuelta, porque este equipo reconvertido por José Alberto esta vez sí quiso la pelota (le ganó, aunque por poco, la posesión al Dépor), sí pasó de campo contrario y sí llegó a puerta rival (18 disparos, aunque solo cuatro entre los tres palos). Pero sobre El Molinón sobrevolaba la sensación de que, en cierta medida, los gallegos tenían el partido controlado y que, aunque se estuviera jugando durante 48 horas más, el Sporting no sería capaz de marcar.

El choque tuvo mucho ritmo, muy por encima de la media de la categoría. Los primeros minutos fueron trepidantes, con tres goles en ocho minutos. Marcó Álex Bergantiños en su regreso a El Molinón, tras peinar su compañero Borja Valle en el primer palo un balón botado desde la esquina.

Tres minutos después empató Djurdjevic, que va mejorando sus estadísticas marcando un gol por partido en el último mes. Fue bueno el pase a la espalda de la defensa de Hernán Santana, pero fue impecable la definición del serbio, que con un defensa encima y el portero rival cerca bajó la pelota con el pecho dentro del área y golpeó perfecta la pelota al fondo de la portería rival.

Pero cuatro minutos después un grave error de Peybernes, una de las malas entregas que protagonizó el defensa francés durante el partido, le sirvió en bandeja la remontada al Dépor. Fue un ataque de tres para cuatro que acabó empujando Christian Santos.

El Sporting lo siguió intentando, pero fallando más que una escopeta de feria. Perdonó Peybernes en un remate de cabeza que se marchó alto, erró Carmona al enviar por encima de la portería un balón que había robado Cristian Salvador y que parecía más fácil meter que fallar. Estuvo muy mal Carmona, como también Álvaro Jiménez, al que una vez más no le salió ni una jugada bien y por ejemplo no supo definir un contrataque antes del descanso. Incluso Babin perdonó en la primera mitad, rematando desviado a pase de Geraldes.

Ampliar

En la segunda mitad el gran protagonista fue Cristian Salvador, que se echó el equipo a la espalda mientras varios de sus compañeros desaparecían. Robaba, sostenía al equipo en mediocampo y suyas fueron dos de las tres mejores ocasiones del equipo en la segunda parte. En una lo hizo todo bien, autopase incluido dentro del área, salvo el disparo, que se le fue desviado. Otra se estrelló en el cuerpo de Fede Cartabia, que pisaba la línea de gol. Fue meritorio el partido de Cristian Salvador, aunque no es buena noticia que el centrocampista organizador sea la principal y casi única referencia en ataque de un equipo.

La afición del Sporting tuvo que ver cómo los seguidores deportivistas celebraban su gran zarpazo en la tabla, abriendo diferencias difícilmente remontables. Y mientras llegaban malas noticias desde Madrid: el Alcorcón remontaba y situaba el playoff de nuevo a ocho puntos. A los rojiblancos solo les queda seguir apelando al tiempo (que verdaderamente queda) para llamar al optimismo y a la confianza en una remontada espectacular.

Menos tiempo queda para que se cierre el mercado de fichajes, aunque el Sporting sigue sin mover ficha alguna a cuatro días para que finalice. Miguel Torrecilla y su equipo parecen no encontrar a nadie que mejore lo que hay. Aunque ya hay quien se plantea que, visto lo visto, mejor lo malo conocido...