Paraíso cerrado al baño

Europa nos ha vuelto a recordar -haciendo balance de los expedientes abiertos en 2018- los problemas en la gestión de las aguas residuales de la isla. Aunque parece que las soluciones para resolver esos expedientes van, poco a poco, poniéndose sobre la mesa, queda mucho camino por recorrer para corregir planteamientos que no conocen color político y que han guiado el desastre que ahora tenemos por delante entre emisarios sin control, pozos negros y la escasez de redes de alcantarillado en la mayoría de los municipios de la isla.

Es un problema oculto, subterráneo, pero que huele mal y llega a afectar a las zonas de baño, esas misma zonas de baño que hemos publicitado con revistas, folletos y demás artículos promocionales en Fitur. Parece extraño que vendamos en ferias turísticas un paraíso que de vez en cuando se cierre por vertidos, parece extraño pero pasa.

Ahora que estamos en precampaña electoral y comienzan las promesas de siempre con el resultado también, en muchos casos, de siempre, podemos llevar la cuenta de aquellos candidatos que hablan de resolver en sus municipios el problema de los vertidos (si entra en la agenda de dos, a lo mejor estoy siendo muy optimista). Ahora que muchos alcaldes y alcaldesas asfaltan calles -curiosamente meses antes de las elecciones-, fíjense cuántos pasan solo una capa para tapar baches y cuántos levantan de verdad la calle para poner de una vez por todas una red de alcantarillado que conecte con las viviendas. El problema es que tampoco nosotros lo exigimos y así nos va.

Queremos verbenas y fiestas, las multas que las paguen otros. Queremos “Jorge Javieres” y fuegos artificiales. ¿Alcantarillas y planificar la gestión de residuos? Eso no da votos, pero cuando se tienen que cerrar playas la broma la acabamos pagando todos.