Montaigne y la celebración de la rutina

Córdoba

“Aún en el trono más alto del mundo estaremos sentados sobre nuestro culo”

Esta es una de las múltiples sentencias con las que Michel de Montaigne, pensador y ensayista del siglo XVI, ponía de manifiesto la falta de realidad y la carencia de perspectiva con la que el ser humano se enfrentaba al mundo. Hoy rescataremos un pedacito de la obra de este pensador francés que nos ayudará a entender el devenir de la sociedad actual al tiempo que nos dará algunas claves de cara a realizar un correcto análisis sobre nosotros mismos

Vivimos en una época compleja donde comienzan a convivir dos circunstancias, la virtual y la real, compartiendo tiempo e intensidad por igual. Y esta potenciación de lo virtual hacia el plano de lo real provoca una ilusión de cercanía en torno a lo extraordinario que se ha convertido en una obsesión que acapara las esperanzas de vida de muchos de nosotros. Llevar vidas extraordinarias, realizar proyectos extraordinarios, vivir experiencias extraordinarias, criar niños extraordinarios, educar de manera extraordinaria… es un mantra que empezamos a asimilar sin habernos parado a pensar si tenemos algo de extraordinario. Pero ya lo decía Montaigne al analizar lo ilusos que podemos llegar a ser: “Somos arrogantes con respecto a los límites de nuestro razonamiento”.

Y esta arrogancia se manifiesta en la escasa capacidad de encajar las críticas que recibimos a la vez que interiorizamos proyectos de vida virtualizados e irrealistas que terminan provocando desánimo y ansiedad. Si queremos despojarnos de esta presión por lo extraordinario es necesario que pongamos en valor las bondades de la rutina para asentar las bases de una identidad saludable.

Para este pensador francés es necesario que aceptemos nuestras contradicciones con la mayor naturalidad posible. No deja de ser paradójico que en esta sociedad que rinde culto al instante, a la recompensa inmediata, al esfuerzo puntual, seamos capaces de hacer sacrificios a largo plazo en dietas, ejercicio, o cuidados estéticos pero seamos incompetentes para someternos a una disciplina de hábitos mentales que nos ayuden a llevar una vida virtuosa y a poner en práctica el pensamiento crítico de manera cotidiana.

Un pensamiento crítico que no vendría mal a la hora de analizar el modelo de vida exitoso que se pregona desde todos los púlpitos del sistema y que se relaciona directamente con el reconocimiento y el éxito en el mundo laboral, dejando arrumbado y minusvalorando el plano personal. Un mercado laboral que tiende a acaparar al individuo en todas sus facetas, incluido su ocio, y que procura que el peso de la identidad de la persona recaiga sobre el esnobismo profesional, provocando que empresas como Google desarrollen estructuras laborales tan sofisticadas que consiguen que el individuo evalúe su estima en función de su perfil profesional.

Si queremos no caer en la trampa del sistema no estaría de más reflexionar sobre algunas de estas perlas que nos dejó Montaigne, apostando por recuperar la vida contemplativa y buscando un sano equilibrio con la vida activa.