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Con hormigas y sin pañales en una residencia pública de Alzheimer

Las trabajadoras llevan más de un año denunciando la situación de falta de personal y de medios. Han llevado el asunto a los juzgados de Plaza de Castilla, a la Inspección de trabajo y a Salud Laboral

Con hormigas y sin pañales en una residencia pública de Alzheimer

Imágenes de uno de los colchones 'antiescaras' de la residencia Fundación Reina Sofía lleno de hormigas / Cadena SER

Madrid

Les faltan esponjas, toallas, jabón, guantes... Las puertas de emergencia están cerradas y atadas con sábanas, cuando falta personal no lo sustituyen y llevan más de un año con una plaga de hormigas. Esta es, a grandes rasgos, la situación de la Residencia de la Fundación Reina Sofía Alzheimer.

En este centro público, gestionado por la empresa Clece, viven 156 ancianos y otros 40 acuden durante toda la jornada al centro de día. Las gerocultoras llevan denunciando más de un año la falta de personal y de medios, incluso lo han llevado a los juzgados de Plaza de Castilla, a la Inspección de Trabajo y a Salud Laboral. Todavía no han tenido respuesta. 

Con hormigas y sin pañales en una residencia pública de Alzheimer

Las puertas de emergencia de la Residencia están clausuradas. Las barras de empuje están atadas con trozos de sábana o bolsas de plástico, algo ilegal según el Real Decreto 486 de seguridad en el trabajo. Los residentes no tienen todos los pañales que necesitan, falta jabón, esponjas, no hay lejía ni sábanas suficientes... Lo que sobra, son hormigas porque la Dirección no ha conseguido acabar con la plaga que asola al centro desde hace años. Tampoco es suficiente el personal: "Somos pocos, en general, para atender a residentes tan dependientes como los enfermos de alzhéimer, y el problema es que si falta alguien por vacaciones, una baja o asuntos propios no lo sustituyen".

Imagen de una de las puertas de emergencia clausuradas con trozos de sábanas / Cadena SER

"Hay mucha carencia de todo", nos cuenta la familiar de una residente que ya ha puesto varias reclamaciones. "Hemos llegado algunos días para cenar con mi madre y estaba sentada en un sillón totalmente meada, incluso el sillón estaba empapado. Cuando preguntamos a las trabajadoras, nos dijeron que el problema es que mi madre tomaba mucho líquido y que no la podían estar cambiando todo el rato".

La falta de pañales es recurrente, nos dice una gerocultora, "hay días que te encuentras que sólo hay tres pañales para 18 abuelos. No es justo, que no podamos cambiarlos a todos". Según el pliego de condiciones la Comunidad de Madrid aporta tres pañales diarios por persona, que van con receta médica, y el resto los tiene que poner la concesionaria de la residencia, "y no los pone, al menos al menos no los suficientes". Tampoco hay sábanas para cambiar a los abuelos por las noches si mojan la cama. "Las compañeras del turno de tarde, en algunas unidades, les acuestan con un pañal 'de día' para que cuando llegan las auxiliares del siguen turno les pongan el 'de noche'. Cuando llegan las camas están mojadas, no hay ropa de cambio y se apañan como pueden usando alguna toalla, o una colcha..."

El tema de las toallas, dicen, es un mundo aparte. "Tenemos dos toallas tamaño bidé para asear a 18 abuelos después de ir al baño. Es verdad que algunos aún pueden limpiarse solos, pero en el caso de las unidades de severos los tienes que lavar y secar...y no tienes con qué. Es verdad que hay gerocultoras que han escondido material de trabajo para poder usarlo en otro turno o dejárselo a una compañera. A eso nos hemos visto obligadas a robar pañales, toallas, o esponjas. Esto ya es tremendo."

Otra trabajadora asegura que han vivido situaciones surrealistas: "hace poco faltaban esponjas y me dijeron que duchara al residente con unas bragas de incontinencia, otro día faltaron guantes y me dijeron que los reutilizara para el siguiente usuario. Por supuesto les pedí que me lo pusieran por escrito y, claro, no lo hicieron...Pero no todas las trabajadoras tenemos la misma conciencia".

Aseguran que están desesperadas: "Ya no sabemos qué hacer". Estas profesionales relatan que "hemos llegado a poner denuncias hasta en el juzgado de Plaza de Castilla contando lo que nos pasa. Hemos denunciado también en Inspección de Trabajo y en Salud Laboral". Están convencidas de que alguien avisa a la dirección cuando va a venir la inspectora "porque ese día no solo hay de todo, toallas, esponjas, sábanas, pañales... es que, curiosamente, las puertas de emergencias dejan de estar atadas".

 
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