Imprudencia o delito
La Firma de Guillermo Granja

"Imprudencia o delito", la Firma de Guillermo Granja
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Palencia
En 2018 los fallecimientos por accidentes de tráfico han sido de 1180 personas, otros miles han resultado heridos de gravedad y eso a pesar de que se ponen todos los medios para que estas cifras disminuyan. Muchas son las causas que los han provocado: unas son imposibles de controlar por el ser humano (mecánicas, ambientales, de mantenimiento, etc.) y otras son exclusivamente fruto de su acción.
Las primeras se pueden corregir con medidas que incentiven la renovación del parque automovilístico o con normativa que exija una correcta puesta a punto de los vehículos o con políticas económicas que aseguren un buen estado de nuestras carreteras o que generen nuevas infraestructuras. Las administraciones públicas son las principales responsables de este tipo de accidentes. Las soluciones son fáciles pero costosas, solo requieren la existencia de inversiones en subvenciones a particulares y en mejora de la situación de las calzadas.
Las segundas tienen una solución más difícil. La actuación humana es impredecible, sobre todo cuando no se encuentra en plenitud de sus facultades, por lo que las dos únicas actuaciones posibles son la información y la sanción o el castigo, en su caso.
La información la tenemos, ya que todos los conductores sabemos que los límites de velocidad están para algo, que no nos debemos distraer por ningún motivo cuando estamos conduciendo o que el consumo de alcohol, de drogas o de determinadas medicinas son incompatibles con ponernos al volante. La normativa sobre tráfico nos insta a la adopción de medidas muy sencillas como no utilizar el móvil o no fumar o no consumir alcohol o drogas cuando se va a conducir, cumpliendo con ellas se evitarían un gran número de siniestros, pero aún así hay quien se atreve a transgredirla. Por eso es bueno que se hagan controles frecuentes y se sancione a los infractores.
A mi entender, el consumo de estupefacientes y alcohol debe castigarse de una manera más estricta, ya que su consumo es voluntario y disminuyen notablemente los sentidos, además de generar una distorsión de la realidad que suele venir acompañada de una euforia excesiva. Por lo que creo que cuando se conduce bajo sus efectos no lo deberíamos considerar como una imprudencia, si no como un delito, ya que el peligro que se genera es muy alto, aún a pesar de que no ocurra ningún accidente.
Recientemente hemos conocido un siniestro, en pleno centro de Palencia, con el resultado de un herido muy grave al que, con toda seguridad, le ha cambiado su vida para siempre. Es muy probable que el consumo de drogas haya sido la razón principal, aunque aún falta saber el resultado del análisis médico. De confirmarse creo que se debe juzgar como un delito muy grave y sin atenuantes, ya que si no, estaríamos enviando el mensaje de que sale muy barato destruir la vida de los demás.
Los responsables de nuestro bienestar tienen la obligación de protegernos y de castigar contundentemente a aquellos que ponen en peligro, de forma voluntaria, nuestra existencia, aunque no se produzcan daños a nada ni a nadie.




